Asesinato Inexpugnable

Ningún remedio era suficiente cuando intentaba olvidar lo miserable que era vivir

Quizá solo el mismo acto de olvidar que estaba vivo funcionaba como temporal antídoto

Sin embargo, el dolor retornaba, siempre encontraba la manera de escupir en mis entrañas

Y, sin otra volición que la muerte, caminaba entre seres cuyo símbolo era la ignominia

Cuando pienso en lo innecesaria y nefanda que es la humanidad, sé que no me equivoco

La banalidad y la cotidianidad del mundo terminan por ahogar cualquier sueño verdadero

Tan fútil resulta luchar contra un sistema donde todo ha sido impuesto desde el comienzo

Donde el vacío en el interior de los monos es tan inmenso como la falta de razón

Qué patético se torna intentar abrir los ojos a quien se aferra a la mentira y el destierro

Entendía que hablar con ellos era una tontería mayor que existir y tratar de ser feliz

Pues la felicidad en este mundo vomitivo está siempre supeditada al adoctrinamiento inicial

Desde el nacimiento ya todo está condenado a la decadencia, el único remedio es el entierro

¿Por qué habría yo de existir? ¿Qué sentido tenía proseguir con esta pesadilla infame?

Las sonrisas casuales y los encuentros sexuales ni siquiera podían ya tranquilizarme

Lo que todos hacían, lo que todos adoraban era la abyección implacable que enfermaba

Si tan solo hubiera esperanza, si supiera que la lucha cambiaría esta sacrílega falacia

Entre más pasaba el tiempo, menos deseos de vivir invadían mi trastornada mente

No entendía en qué condición se era más trivial y la existencia se hacía insoportable

Si en la podredumbre de los adoctrinados obedientes o en la ambición de los gobernantes

Acaso en la naturaleza misma del ser estaba anunciado su indispensable exterminio

Al fin nada importaría más, el ensordecedor escándalo humano sería fulminado de golpe

Cada suceso, cada persona y cada uno de mis desvaríos se mezclarían en la vorágine divina

Hastiado de una existencia que jamás solicité, derramaría el licor absurdo de mi sangre

Extirparía esta peligrosa y patética humanidad que llegó, irremediablemente, a cobijarme

Todo lo que sabía era que esta misma noche el veneno se vertería y yo languidecería

Lo único que aún conservaría sería la convicción de que vivir no era real ni agradable

Este mundo destinado a la perversión y la banalidad puede gustar solo a seres sin cerebro

Ellos no se matarán hoy como yo, porque son felices ignorando su verdadero interior

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Libro: Divagando en el Sinsentido


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