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Amor Delirante 35

Jamás comprenderé lo ilusorio del supuesto amor humano, ni de manera científica ni mística. De hecho, de ninguna manera posible; pues en todas se trata tan solo de un mero engaño (uno más) que nos mantiene presos en esta prisión humana y que nos atonta al punto de creer que necesitamos amar y ser amados para poder vivir.

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Me resulta prácticamente imposible entender cómo dos personas pueden sentir tantas cosas con una magnitud inconcebible en determinado momento y como, con el paso de ese funesto elemento llamado tiempo, puede crearse tal indiferencia ante la supuesta persona que se amó en aquel idílico instante; ahora difuminado y colapsado en el caos que matiza el fragmentado recuerdo. Al final, el amor es solo un cuento de hadas que utilizamos para sentirnos menos miserables por un ínfimo instante, pero que, como todo lo demás, muere irremediablemente y nos arrebata algo más que el alma.

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Dije que te amaba, pero nunca dije que sería para siempre. Creí haber dicho que eras la única persona en mis pensamientos, pero jamás precisé por cuánto tiempo. Mi corazón cambió aquella noche cuando tus labios en los suyos se posaron, pues comprendí que yo no era diferente a ti y que, al igual que tú, estaba en lo cierto cuando entre sus brazos deliré ante el éxtasis de sus piernas.

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La dulzura con la cual presencié tu despertar hizo estallar todas mis galaxias, pero ahora la oscuridad ha devorado todos los universos y en ninguno logro hallarte más. En ningún tiempo volveremos a coincidir jamás, pues es evidente que nuestro amor murió cuando a otro te vi besar y cuando entre sus brazos tus ropas cayeron sin remedio.

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Quisiera volver al día en que nos conocimos para volarme la cabeza con un astuto disparo, pues incluso la muerte sería mucho más llevadera que soportar el aciago dolor con el cual ahora se retuerce mi corazón. Preferiría no haberte conocido nunca, pero ya es demasiado tarde. Y ahora, tras haberte vislumbrado en los aposentos de otro ser, se despedaza nuestro más inmaculado regalo. Ahora, ciertamente, es cuando más necesito ese sublime disparo que me arroje de una buena vez a los aposentos de la inmaculada muerte con la triste esperanza de hallar un poco de solemnidad.

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Para ti siempre estaré aquí, esperando pacientemente por si alguna vez tus labios deciden volver a unirse con los míos, por si acaso en ninguna persona logras expresar tus más dementes desvaríos y por si en algún otro tiempo decides que tu cadáver cuelgue junto al mío.

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Amor Delirante


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