No voy a negar que te extraño al despertar y no voy a decir que no me hace falta tu calor antes de dormir. Mentiría si te dijese que estoy bien y que no me afectó en nada tu partida, pues es obvio que estoy desesperado por recuperarte. Sin embargo, también entiendo que hacia otro cielo tú volaste y que, aunque al mío volvieses, ya nunca por mí enloquecerías del mismo modo en que lo hicimos la noche en que por vez primera tu cuerpo me obsequiaste.
.
Nos perdimos, y ese es el símbolo que tu hermoso rostro y tu mágico corazón han dejado labrado en el destino de mi alma. Cuando me suicide, te juro que tú serás la última esencia que abandonará mi mente, pues nuestro amor, aunque se fue al carajo, para mí fue lo mejor que me pudo haber pasado en esta miserable existencia.
.
Al final, lo comprendo perfectamente. Mi marchitado corazón no podría tener lugar en el idílico paisaje que atisbo en tu sublime sonrisa, ni tampoco podría orlar el etéreo arrebol que se parapeta en tus acendrados ojos de matices embriagantes.
.
Y es que cuando yo te miro contemplo lo más divino y magnificente que pudiera existir en cualquier universo, la más adorable y perfecta obra de arte que pudiera haber sido pintada, la más elevada y hermosa poesía que pudiera haber sido compuesta. Te miro y enloquezco, pues eres tú la culminación de todo lo que solo puedo adorar, pero que, amargamente, jamás podré tener.
.
Este sufrimiento es por ti. La agonía que ahora envuelve mi alma proviene de una mentira en la cual yo decidí creer, pues evidente era que, aunque yo te miraba como a la única diosa de mi corazón, tú jamás sentiste por mí el más mínimo ápice de amor.
…
Amor Delirante