Sobre mí

Soy gran partidario de que aún no hay ninguna razón universal para existir, menos para la existencia humana. Escribo para desahogarme y para expresar un poco de la mezcolanza de sensaciones tan recalcitrantes que diariamente me atormentan: incertidumbre, desesperación, angustia, ansiedad, decepción, depresión, melancolía, nostalgia, entre otros. Los temas acerca de los cuáles me gusta más elucubrar en mis libros son: el suicidio, el desamor, la muerte, la locura, la misantropía, la manipulación, el adoctrinamiento, las parafilias, etc. Y mi ideología está influenciada sobre todo por el pesimismo, el nihilismo, el absurdismo y el existencialismo. Aunque, al final, creo que lo que uno vive siempre es más fuerte que lo que uno piensa.

Paso la mayor parte de mi tiempo intentando hallarle un sentido a la vida. Escribo tanto como puedo, aunque a veces la depresión, la ansiedad y demás factores no me lo permiten, y solo me acuesto mirando al techo pensando ¿por qué existo? ¿Por qué existe la humanidad? Y ¿por qué un mundo como este debe continuar existiendo? Pudiera parecer un poco extraño, pero, si lo pensamos detenidamente, no hay ninguna razón universal para la existencia, muchos menos del modo tan trivial en que hoy se vive. Es realmente triste, pero la realidad que existe un problema de sobrepoblación, así que, preferentemente, evitemos reproducirnos.

Y tú ¿crees que tu existencia tiene sentido por sí misma? Si quitaras todo lo externo, todo lo material y las personas de las que te has rodeado por azar, ¿qué quedaría? Más aún, ¿crees que la existencia humana tiene algún propósito más allá del que tú subjetivamente le adjudicas para no suicidarte por las mañanas? ¿Qué razón hay para continuar? ¿Qué sentido tiene que exista este mundo, la humanidad y, finalmente, este universo? Lo más probable es que la humanidad sea solo un pésimo experimento que fue abandonado en este planeta y que se pudrirá hasta que ya no quede ningún rastro de lo que fue su miserable, absurda y patética existencia. Lo único que realmente me pone triste es que ese apocalipsis no pueda acelerarse.

También estoy asqueado de la hipocresía y la doble moral de la humanidad. ¿Por qué no podemos admitir que, muy probablemente, en el fondo somos malvados? O, de otro modo, ¿cómo se explica la situación del mundo actual? ¿Qué hay de todas las guerras, violaciones, abusos, secuestros, terrorismo, injusticias y demás? Estoy seguro de que cualquier ser sensato que pudiera percatarse de todo lo que ocurre en el mundo, en las sombras, mientras tú y yo dormimos o bebemos café, no querría sino suicidarse. Realmente hay tanto que no vemos porque vivimos en nuestra propia burbuja, creyendo que el mundo gira alrededor de nosotros y, sobre todo, que merecemos existir, pero todas estas ideas no son sino producto del acondicionamiento que hemos sufrido desde que nacemos para aceptar ser parte de esta realidad repugnante que cada vez nos consume más rápidamente.

No es tan difícil cuestionarse e intentar cambiar la perspectiva, pues todo depende del punto de referencia desde el cuál miremos las cosas. Creo que no tiene sentido buscar la verdad en el exterior, dado que habrá tantas verdades como personas. Lo adecuado, tal vez, sería buscar la verdad en el interior, pero, por desgracia, este camino es tan complicado y frágil que muchos lo abandonamos con el fin de intentar búsquedas de supuestas verdades en el exterior ofrecidas por todo tipo de doctrinas, profetas, políticos, líderes espirituales, entre otros, y que, en su mayoría, no conducen sino al mismo sinsentido en donde divaga toda la existencia humana.

Mi actitud ante la existencia es pesimista, pues las cosas buenas que tiene la humanidad se ven opacadas por toda la absurdidad que impera. Creo que, si pudiera pedir un deseo para cambiar el mundo, sería que todo comenzase de nuevo y, de preferencia, que la humanidad no existiera nunca más. Los humanos hemos contaminado el planeta a diestra y siniestra, sin ningún tipo de consciencia ni respeto por los demás seres que lo habitan, la naturaleza o los recursos de los que hemos sido provistos. Y, encima de eso, tenemos el atrevimiento de proclamarnos los amos del mundo y de continuar con este miserable ciclo en el cual solo abunda podredumbre y ambición por unos pedazos de papel que se han convertido en la nueva deidad ante la cual debemos arrodillarnos, pues se nos ha dicho que eso significa felicidad. Sin embargo, ¿no habrá cosas más importantes que esto? Y bueno, pienso que el mundo sería un lugar hermoso para vivir si no existiera la humanidad.

Casi siempre estoy deprimido y trastornado, ya que diariamente me enfrasco en reflexiones acerca de mi propia naturaleza. Debo admitir que me detesto, que me gustaría tanto existir de una forma diferente, pero, por ahora, es imposible. Solo me resta soportar lo que soy hasta que la muerte pueda apaciguar esta amargura. También pienso mucho en el suicidio y me parece algo fantástico cuando se hace no por alguna razón repentina que tiene que ver con las típicas razones por las cuáles la gente se mata, sino que lo veo como algo sublime cuando se hace tras una larga y profunda cavilación donde, al final, el ser termina por darse cuenta de que, por más que lo intente, no hay aún ninguna razón universal para existir, pues todo siempre proviene del exterior. Es decir, no hay algo en el interior que nos asegure que existe un sentido, pues siempre está basado en lo que recibimos. El posible sentido de la vida, según la mayoría de las personas, viene de los hijos, los padres, la familia, lo que estudiamos, lo que vemos, en lo que creemos y lo que esperamos después de la muerte, pero ¿es realmente esto algo sensato? Es más, de existir ese posible sentido después de la muerte, ¿qué sentido tendría saberlo si ya no estaremos vivos? ¿No es absurda la muerte también?

No creo en nada ni soy partidario de ninguna forma de gobierno o religión. Estoy absolutamente en contra de que existan personas que deban tomar las decisiones por nosotros, aunque sé que, en el fondo, los presidentes y líderes religiosos son solo títeres de gente más poderosa. Capitalismo, socialismo y comunismo son, al final, lo mismo. El único cambio verdadero vendrá con la gran purificación, donde todos los gobiernos, religiones y corporaciones sean exterminadas. Esto, lo sé bien, es algo complicado puesto que hay demasiados intereses oscuros manipulando los hilos, pero sé que se puede lograr si nos damos cuenta de que realmente no necesitamos nada de lo que nos han vendido como ideales de la felicidad para vivir e intentar una renovación.

Te insto, además, a que busques en tu interior y te preguntes si necesitas mucho dinero, mansiones, automóviles, ropas, joyas y demás cosas costosas para sentirte bien. Si la respuesta es sí, entonces todo se ha perdido, pero estoy seguro de que, en el fondo, hay una mínima esperanza de que sea un rotundo no. No es tan difícil intentar vivir con lo mínimo posible y sin dañar ni controlar a otros. ¡Recuerda que el verdadero enriquecimiento es interno! ¿No sería perfecto un mundo donde todos pudiéramos tener las mismas posibilidades de intentar ser felices sin dañar a otros ni manipularlos? Tal vez ese mundo es muy posible, solo hace falta creer y equilibrar la balanza. Sin embargo, para que esto ocurra, aún muchas personas deben ser exterminadas. Por otro lado, el mundo, tal como lo conocemos, y los humanos que lo habitan, no deben continuar. Quizá seamos pocos los que pensemos de esta manera, tal vez puedan llamarnos pesimistas, pero ¿sabes algo? Es preferible ser una minoría sensata que una mayoría adoctrinada.

En fin, tal vez sea mucho más placentero cruzar la puerta que permanece siempre abierta y que, indudablemente, algún día, por mucho que lo evitemos, tendremos que atravesar. Pero, antes del suicidio, la misión primordial es purificar el mundo, y eso solo se logrará destruyendo todo lo que hoy es para construir el paraíso que será. El mundo no puede seguir así, con todas las cosas deplorables que ocurren constantemente. Si ya existir siendo humano es demasiado miserable, hacerlo del modo en que hoy se hace se vuelve un auténtico sacrilegio. A veces me pregunto en qué momento el dinero se volvió el único fin al que aspira la mayoría y cuando el poder tan efímero en este pestilente mundo corrompió por completo la mente de las personas. ¿Existió realmente una época donde todo era diferente o siempre hemos vivido del mismo modo tan asqueroso y materialista como hoy en día?

Puedo decir que comencé a pensar todas estas cosas no hace mucho. Fue apenas hace unos años, casi a la mitad de la universidad y a raíz de una serie de problemas debido a los cuales tuve que abandonar la casa donde había nacido y crecido, que comencé a reflexionar más profundamente y a caer en este pesimismo que, en cierta forma, me ha ayudado a sobrellevar la existencia. Es cierto que estoy aburrido y asqueado de existir, que frecuentemente me estresa salir a las calles y preguntarme por qué existe un mundo como este, pero también, en todo este galimatías interno de incertidumbre y disgusto, he encontrado algunas pistas para conocer mejor quién soy más allá de las máscaras que usamos todas las personas para ocultar nuestra verdadera naturaleza, la cual es malvada y egoísta. Quizá me contradiga, ya no sé si en el fondo quiero morir o vivir, o tal vez ya me sea indiferente. Lo único que realmente me hace sufrir es la existencia tan miserable que vivimos los humanos, siempre con ese sutil matiz de sinsentido y estupidez.

No creo en la historia. Es decir, tengo la sensación de que todo lo que se enseña en la escuela y lo que se nos ha vendido como la historia del mundo y la humanidad está manipulada por los mismos que manejan la religión, los gobiernos y demás organizaciones para que creamos que todo ha sido del modo en que a ellos más les conviene. Ciertamente, ¿qué nos asegura que las cosas han sido así? ¿Acaso vamos a creer lo que dicen los libros? ¿Cómo hacerlo cuando incluso la ciencia y la tecnología están también ya corrompidas por la ambición y el poder? Bastante se ha visto que la ciencia solo sirve a quienes pueden pagar por ella, y que las farmacéuticas, hablando en temas de salud, están más que satisfechas con la gran cantidad de gente enferma que hay, pues, de otro modo, ¿qué sería de ellos? Y lo mismo aplica para cada maldita industria que se aprovecha de lo que no les pertenece.

Alguna vez has pensado ¿por qué tienes que pagar por tener luz, agua, gas o un lugar donde vivir? ¿Quién les ha dado a estas corporaciones y gobiernos el poder de apropiarse de los recursos y, encima de ello, usarlos para lucrar? ¿No deberíamos todos los habitantes de este mundo tener acceso gratuito a ellos? ¿Quién les ha dado el poder de decidir sobre lo que podemos o no hacer? Al final, no necesitamos de nada ni de nadie para fraguar nuestra propia opinión y criterio. Además, ¿quién sabe con certeza qué es la felicidad, el amor y demás abstracciones que solo usamos como conceptos de manera cualquiera? No quiero aceptar una felicidad que se basa en el dinero, el sexo y la aceptación de los demás. Y así he llegado a la conclusión de que todos nacemos y morimos solos, pero las personas se engañan al buscar en otro ser lo que en ellos mismos son incapaces de encontrar.

Te invito a que pienses en todas las personas que justo ahora, mientras estás leyendo esto, están siendo secuestradas, extorsionadas, asesinadas, violadas o lastimadas de cualquier manera. Y también en la gran brecha que existe entre aquellos que tienen mucho y aquellos que no tienen nada. Recuerda, además, que hay muchas personas a las que les conviene que haya miseria, pobreza, desigualdad, guerras y demás basura en el mundo, pues con ello se fortalecen y enriquecen. Este sistema nos está consumiendo y sé que es complicado luchar, pero ¿qué más queda? Solo luchar hasta que finalmente la reflexión nos arroje hacia el cálido abrazo del suicidio. ¿Cómo podría ser este mundo un buen lugar para vivir cuando, en cualquier momento, con el dinero suficiente, cualquiera puede matar a otro?

Y tú ¿qué crees? ¿Piensas que estoy loco? ¿Te parece que es posible un cambio? ¿Alguna vez has considerado seriamente la idea o el acto del suicidio?  A veces creo que esta falsa realidad ya nos ha consumido tanto que no cuestionamos nada solo porque estamos tan enfrascados en esta basura ficticia donde los sueños verdaderos son desfragmentados conforme más nos hundimos en este abismo insondable que creemos es la vida, y donde parece que hemos sido condenados a divagar de la manera más absurda. Finalmente, nunca olvides que la sonrisa de la muerte es siempre la más hermosa de todas.