Capítulo XIV (LVA)

En ese instante, el aparente cuerpo de Osiris se desvaneció y solo quedó una especie de polvo que parecía coagular. Al cabo de casi nada, del polvo se formó una figura muy esbelta y bien parecida, llevaba una bata blanca y una corona de flores, además de una copa de vino. Era otra vez una de esas transformaciones espantosas a los ojos de Mertin, quien no podía entender cómo algo tan divino podía tornarse en algo tan terrible. Era como si el bien y el mal estuviesen tan profundamente mezclados que separarlos resultaba algo incluso absurdo.

–Y tú ¿quién eres? –inquirió Mertin ansioso.

–Me llamo Baco y soy la tercera parte de la trinidad dentro de la trinidad. Realmente no hay tiempo, no lo hay porque el tiempo no existe. ¿Puedes acaso contar algo que no existe? Mi otro yo jugó contigo, pero veo que llevas prisa. Escucha, puedo mandarte desde aquí hasta dónde quieres, solo respóndeme: ¿por qué quieres ir allá?

–No puedo decírtelo, solo sé que debo ir allá. Además, presiento que encontraré algo adicional a lo que espero.

–En ese caso, no te preocupes, no es relevante. Aunque hay algo en ti que me inquieta, tu presencia es desconcertante. Tu alma se siente muy cargada de emociones y eso es extraño aquí.

–Es que yo, ¡no sé qué pasa conmigo! Desde que llegamos aquí me he sentido tan extraño, tan lejano.

Mertin estaba demasiado confundido, no entendía nada de lo que pasaba, todo lo que quería era volver sano y salvo con July.

–¡No controlo mis emociones! –afirmó con vehemencia–. Solo dime si puedes llevarme a ese lugar.

–Claro que puedo. Desde aquí puedo teletransportarte fácilmente, para nosotros no hay imposibles. Los seres de las dimensiones inferiores del Hipermedik sufren en demasía puesto que sus estados de conciencia están retrasados.

–¿Cómo retrasados? ¿Dimensiones inferiores?

–Me gustaría quedarme a platicar contigo, pareces inteligente, solo que ambos tenemos lugares a los cuáles llegar y, sinceramente, no me importa que quieras hacer allá. No lograras nada porque las almas que vienen aquí no pueden interferir en la reencarnación y la existencia, está fuera de su poder.

–Como sea, solo llévame allá y descongela a July, por favor.

–Hay algo muy extraño en todo esto –expresó aquella esencia de la trinidad–. No sé qué es, pero tengo un mal presentimiento, hay una fuerza oculta que me perturba.

–No sé a qué te refieres, lo único que deseo es ir a la primera sección de este enigmático mundo de tristeza y depravación.

En ese momento, la cabeza de Baco se abrió por la mitad y Mertin salió disparado. Se produjo un chispazo, como si una gran fuerza hubiera sido detenida por una barrera todavía más fuerte.

–¡Esto es absurdo! ¿Cómo lo hiciste? –gritó Baco anonadado, en tanto su cabeza se cerraba como si nada hubiese pasado.

–¿Hacer qué? ¡Yo no hice absolutamente nada! Todo lo que sentí fue que algo intentaba entrar en mi cabeza, así que pensé en bloquearlo sin saber cómo y ocurrió esa ligera explosión.

–¡Qué demonios! –pensaba Baco para sus adentros–. Esta no es su alma, sino su superalma. Sí, esa que abarca todas las reencarnaciones; es muy poderosa y su voluntad es la más suprema alguna vez vista. Fue capaz de evitar que uno de los tres jueces del karma y el control de las reencarnaciones leyese su mente, pero si se supone que nadie puede oponerse a nuestra voluntad. ¿Qué es esa fuerza tan inquietante que siento oculta en alguna parte de él?

–Oye, ¡debo darme prisa! No sé cuánto tiempo nos reste antes de que ese sujeto nos moleste otra vez. Haz que ella reaccione, por favor.

–Me ha intrigado su fuerza de voluntad –reconocía para sus adentros la triple superalma personificada en una–. Creo que cumpliré su deseo y, luego, veré cuáles son sus verdaderas intenciones. A fin de cuentas, él no puede hacer algo que afecte el flujo de las reencarnaciones ni las dimensiones supremas; es una vil alma inferior. Sin embargo, también percibo una gran cantidad de emociones hostiles en él. ¡Qué sujeto tan más raro, nunca había sentido tal mezcolanza de sentimientos!

Y la verdad era que Mertin era un sujeto de lo más enigmático. Siempre silencioso, solitario y tímido; había crecido rodeado de problemas mentales que le atormentaban. De hecho, a los 6 años intentó quitarse la vida al arrojarse desde lo alto de un árbol. Por suerte, dicho árbol no era tan alto como él creía, y solo consiguió lastimarse una mano en la caída. Así creció: pasando desapercibido por todos, haciendo todo lo posible por nunca llamar la atención. Sufriendo con las constantes querellas familiares de sus padres a causa de la casa en donde vivían, pues pertenecía a un tío lejano que, más tarde, los arrojó a la calle sin importar nada. Y es que toda su vida siempre estuvo rodeada de un falso amor; de personas, como su familia y profesores, que intentaban hacerle ver que la vida era valiosa. No obstante, él siempre supo la verdad que todos se negaban a aceptar: que este mundo es absurdo, injusto y miserable, y que la vida es triste y ridícula. Así es, las personas eran malvadas, el sistema lo había corrompido todo, y la única forma de traer salvación a esta existencia tan banal era destruirlo todo para crear un nuevo mundo. Sí, un nuevo orden donde solo existirían personas sublimes y puras. Pero esta idea tan maravillosa poco a poco fue tornándose en una agonía para Mertin, al descubrir que jamás podría realizarse su mayor sueño. Por lo tanto, si no podía destruir lo que odiaba, al menos podría destruirse a sí mismo para acabar con su propia miseria. El suicidio era un poema recurrente en el libro de su vida, uno que odiaba hojear día con día.

–¡Mertin! ¿Qué ocurrió? Sentí como si de pronto todo se hubiera detenido. Fue algo bastante desesperante, como estar capturada en un lugar donde el tiempo se repite una y otra vez –formuló July.

–¡July, estás bien! No sabes cuánto gusto me da ver que estás bien, estaba bastante preocupado cuando no te movías.

–Bueno, ya habrá tiempo para que ustedes se reencuentren bien en otra vida. Por ahora, cumpliré tu deseo, los enviaré a ambos a la primera sección del Hipermedik.

–¡Bien! Ya verás que no haremos nada para interrumpir lo que, según entiendo, es el proceso de reencarnación, ni tampoco dañaremos este universo.

–No te confundas, Mertin, pues te estaremos vigilando. Debo confesarte que hay algo que me preocupa en ti. Si quieres saber qué es, puedo percibir una conexión bastante remota con algún lugar oscuro y triste. Solo haz lo que debas hacer, que el destino de todos los que están aquí es reencarnar.

Seguido de esto, Baco dio media vuelta. July y Mertin sintieron como una inmensa cantidad de energía se acumulaba a su alrededor y los envolvía. Estaban experimentando la teletransportación, la cual requería de una energía superior a la que normalmente los seres de las dimensiones inferiores llegaban a desarrollar. Al poco tiempo, se hallaban en el lugar sugerido por aquel viejo siniestro.

–¿Es aquí? Es tan etéreo y apolíneo como el resto de este sitio. Tengo el presentimiento de que esto es a lo que todos llaman cielo –articuló Mertin.

–¡Sí que se siente maravillosamente! No puedo ver nada, pero me siento tan bien en este lugar. Todo es tan resplandeciente, puro y libre de cualquier maldad.

–Estoy de acuerdo. Es un lugar en donde cualquier entidad quisiera estar, lástima que tengamos que volver a nuestra vida terrenal, pero así es el período de reencarnaciones que purifican el alma, según lo entendí.

–Tal vez sí… –susurró July mientras se estiraba.

–Oye July, tal parece que estamos en la primera sección. Solo debemos llegar hasta el tercer jardín y después recuperarás la vista, aunque no sé cómo podremos salir de este lugar. Creo que podríamos preguntarles a esos jueces, si es que son tan sabios como aparentan.

–Mertin, muchas gracias. Me emociona tanto la idea de recuperar la vista, debo decir que es lo más lindo que alguien ha hecho por mí.

Así, July y Mertin avanzaban entre los dos vergeles previos al que realmente les interesaba. El lugar era por demás hermoso, pero extravagante para ellos. Había muchas flores y plantas con colores que nunca imaginaron, aunque la luz dorada hacía difícil distinguirlos. En el cielo, extrañas sustancias se contorsionaban y fulguraban. También había animales muy luminosos, rocas extrañas que se movían por todo el lugar. Los árboles eran inmensos y sus ramas se movían de un lado a otro por sí mismas. Lo único que cambiaba entre los jardines era el tipo de flores que había en cada uno. Y, por supuesto, lo más llamativo y la diferencia más notoria era el tipo de almas que los habitaban. En el primer vergel, las almas se sentían más fuertemente y parecían muy separadas las unas de las otras; en el segundo, las aglomeraciones eran mayores y parecía que las almas eran más frágiles.

–Oye Mertin, ahora que has hablado de la reencarnación me han surgido muchas preguntas.

–Pues no soy experto, no entiendo mucho de lo que ese juez me comentó, pero adelante, trataré de responderte con todo mi empeño.

–¿Los animales también reencarnan? Es decir, ¿también tienen alma? ¿Un ser humano puede reencarnar como un animal o viceversa?

–Oye July, los expertos son otros. Yo sé lo básico de esto, creo que somos seres inferiores para las entidades que aquí habitan. Supongo que los animales y los seres humanos reencarnan de forma diferente, en planos distintos, en procesos diferentes, aunque no estoy seguro.

–Ya veo, podría ser. ¿De dónde salen las almas nuevas? Esto es, si ahora somos una mayor cantidad de personas que antes, por ende, debe haber una mayor cantidad de almas, ¿no? Me pregunto si las almas se crean, si nacen por sí mismas o algo así.

–Ni yo lo había pensado, no tengo respuesta. Podríamos averiguarlo más tarde si volvemos a hablar con esos jueces.

–Muchas gracias, eres una muy buena persona, al menos conmigo.

Mertin se sonrojó demasiado, tanto que por un momento sintió que podía mandar todo al carajo y que solo importaban July y él; todo lo demás se tornaba trivial e insignificante. En ese momento, una enorme rosa de color rojo brotó y se levantó por encima de todas las demás flores.

–¡Oh, vaya! Puedo sentir algo: es otra rosa. Parece que, independientemente del lugar, crecen cuando te sonrojas –exclamó July riendo tiernamente.

–Eso no es verdad, yo no me sonrojo. Esas rosas crecen porque es tu presencia las que las trae a la vida.

–Claro que no, tonto. Aún no te has dado cuenta, ¿cierto? No importa el lugar, el tiempo, el universo o con quién más estemos, esas rosas crecen porque representan nuestros sentimientos. Bueno, al menos lo que yo siento.

–¿Lo que tú sientes? ¿A qué te refieres? –preguntó Mertin bastante sorprendido.

–Mertin, tú y yo sabemos exactamente lo que sentimos. Además, tú has hecho mucho por mí y yo de verdad quisiera…

Mertin miró a July fijamente y esta acarició su rostro. La piel de Mertin se erizó y los dos estaban muy cerca el uno del otro. Súbitamente, sus llaveros comenzaron a fosforecer, era como si una conexión más lejana de lo que habían imaginado se estuviese manifestando. Antes de que las puntas de sus narices se tocaran, algo a los lejos irradió de forma excepcional.

–¿Qué es eso que ha iluminado este sitio?

–No lo sé, Mertin. Tú eres quien puede ver bien, dime qué ocurre.

–Hay una especie de contrafuerte formado por un haz de luz, y ¡el tono es necroazul! Es tan intenso que ni siquiera la luz dorada que envuelve todo este lugar puede contrarrestarla. De prisa, hay que ir a divisar lo que ocurre.

July y Mertin corrieron tan raudamente como pudieron hasta el punto de dónde provenía aquella luz tan llamativa. Cuando arribaron al lugar, pudieron contemplar la flor más extraña, sombría, atractiva, oscura, hermosa y magnética de todas. Despedía un aroma tan especial que inmediatamente Mertin lo identificó, era aquel que antes había olido.

–¡Esta debe ser! ¡Esta es la flor de la que me habló aquel viejo siniestro! ¡Puedo sentir una energía inconmensurable emergiendo de ella y el aroma es tan peculiar! ¡Es la Flor de Lilith! ¡July, finalmente podrás recuperar la vista!

–¡Mertin, al fin podré ver! Eso es estupendo, así luego solo nos concentraremos en salir de aquí.

–Es tan inefable y etérea que no me lo creo. Voy a cogerla de una vez y, si lo deseo con todas mis fuerzas, según aquel viejo, podrás recuperar la vista.

Mertin se acercó a aquella deslumbrante flor que emitía tal destello de luz semejante en intensidad a la luz dorada, pero de tono necroazul. Sus ojos brillaban y su mano temblaba desmesuradamente, ya estaba a nada de tomarla cuando se escuchó una voz:

–¡No te atrevas a tomar esa flor! ¡No tienes ni siquiera la menor idea de lo que estás haciendo!

–Y ¿quién eres tú? ¿Por qué dices eso?

Una silueta muy parecida a la misma que apareció cuando Mertin atisbó por primera vez a aquel juez de la trinidad ahora se presentaba ante ellos. La luz era inmensa y no pudieron contemplar bien cómo era hasta que se acercó lo suficiente.

–¿Acaso tú eres…? –inquirió Mertin asombrado.

–Sí, yo soy uno de los tres jueces de la reencarnación.

–Pero ¡si eres la Virgen Mary, en verdad eres ella! Mi madre tenía fotos tuyas en toda la casa, estoy seguro.

–Eso no tiene importancia, mortal. Solo estás viendo una simple apariencia física, tú jamás podrías comprender la divinidad que se encuentra en el fondo de nosotros.

–¿La Virgen Mary? ¿En serio es ella? –preguntó July con emoción.

–Así parece ser, July. Es raro, pero, de algún modo, los tres jueces parecen ser tres personas diferentes ellos mismos.

–No sé quién seas ni qué busques aquí, pero no puedo permitir que hagas lo que ibas a hacer. No comprendo cómo ustedes, simples seres inferiores, han logrado llegar hasta aquí con vida. Solo las superalmas llegan hasta aquí, ¿qué significa todo esto?

–Escúchame bien, nosotros no tenemos idea de cómo llegamos hasta aquí. Lo único que requiero es tomar esta flor para poder curar los ojos de July, así ella volverá a ver.

–¿Curar sus ojos? ¿Quién te ha dicho tal cosa? La Flor de Lilith no realiza ese tipo de cosas tan superfluas, tiene propósitos más divinos.

–Ah, ¿sí? Y tú, ¿cómo sabes eso? Yo quiero creer que sí, y voy a tomarla a toda costa.

–Mertin, aguarda un poco, quizá deberíamos escucharla. La Virgen Mary parece un ser bondadoso y puro, no creo que quiera hacernos daño.

–July, todavía no lo comprendes. Lo que las personas crean no tiene importancia, las cosas siempre serán diferentes. Es parte de algo que se encuentra más allá de nuestra comprensión, por eso nos creamos falsas ilusiones. Vivimos en mundos diseñados e idealizados para no ser lastimados al vivir, es una especie de protección contra el sinsentido de la existencia.

–Mertin, tú crees que la vida no tiene sentido, ¿cierto? Sinceramente, ¿todavía crees eso? –replicó July temblando.

–Yo no quise decir eso, es simplemente que…

–Mertin, no hables. Solo dime qué ocurre, porque siento algo muy perturbador.

A la entidad presentada como la Virgen Mary se le comenzaron a salir los órganos, era como si algo la estuviera volteando al revés, era algo tremendamente repugnante y cochambroso.

–¿Cómo puede un ser divino consentir tan despreciable cosa? –afirmó Mertin consternado.

De esa ingente forma de sangre y cuerpo volteado, comenzó a formarse la imagen de una mujer con una esfera en la cabeza y alas. Su esencia contenía la misma divinidad y su vibración era sumamente poderosa.

–Está cambiando, ahora parece que tomará la forma de alguien más. Sin embargo, puedo sentir una gran fuerza igual a la que tenía hace unos momentos. ¡Qué extraña metamorfosis!

–Parecen muy sorprendidos, e incluso la chica que no puede mirar bien puede sentir el cambio.

–Y ¿cómo no vamos a estarlo después de todo lo que acabamos de presenciar? ¿Qué rayos eres tú? –cuestionó Mertin enconado.

–Eso ya lo sabes: soy uno de los tres jueces del karma y la reencarnación. Ahora estoy en mi otra faceta, la segunda de la trinidad inmanente.

–Es tal como lo pensé –dijo Mertin–. Cada uno de ellos es la trinidad en la unidad y la totalidad. Solo respóndeme: ¿por qué experimentaste esa transformación tan vomitiva siendo un ser divino?

–¿Qué dijiste? ¿Acaso escuché bien? Yo no soy responsable de lo que tus anodinos ojos alcancen a percibir, mortal.

–¿A qué te refieres con eso?

–Yo sé a qué se refiere –contestó July–. Yo no puedo ver adecuadamente, pero puedo sentir intensamente. Cuando ella se transformó, sentí algo perturbador, pero agradable. Me parece tan extraño que tú hayas sentido y mirado cosas tan terribles.

–¿Acaso estás diciendo que cada uno percibe algo diferente sobre un mismo suceso?

–Parece que la chica es inteligente –sostuvo Isis–, ella está en lo correcto. El problema es que los seres de las dimensiones inferiores no lo comprenden. Tú eres quien observa mi transformación y la interpretas a tu modo; en otras palabras, un suceso depende del observador. Todo es parte de una sola cosa vista desde diferentes ángulos, tal como la superalmas y las reencarnaciones, el gran espíritu y los dioses, la existencia y los universos paralelos.

–Ahora entiendo… –pensó Mertin–. Soy yo mismo quien crea esas imágenes tan execrables, y lo mismo pasó con Osiris.

–Creo que ya saben demasiado y tengo trabajo que hacer, así que ahora haré que sus almas renazcan y todo este galimatías quedará olvidado cuando beban el agua del Río de los Espíritus Encarnados.

–¡No, espera! ¡No podemos hacer eso, aún hay demasiadas cosas que tenemos que hacer con esta alma! –colegió Mertin.

–¿Acaso crees que te estoy dando a elegir? ¡Sé muy bien que algo muy peligroso podría ocurrir si te dejo proseguir! ¡Escucha, no permitiré que pongas en peligro la existencia del Hipermedik! ¡Tú no sabes lo que arrancar esa flor significa!

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Libro: Los Vínculos del Alma


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