Cuando abrí los ojos me retorcí al levantarme y mirar alrededor en decadencia absoluta
Extravagantes quejidos y sórdidas criaturas ululaban en el caótico desierto terrenal
No comprendía mi desdicha al haber sido conminado en este martirio eterno y banal
Quisiera solo un instante más para irme lejos y de la nada nunca más regresar
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Porque estoy orando por el final y por la destitución del poder superfluo
Estoy atrapado en una repugnante telaraña de geometría anómala e insuficiente
Miro por doquier y carcomidas formas sin colores abundan en el mundo
Sueño con una mágica y colosal balaustrada para proyectarme hacia el ente
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Pues he añorado la libertad que solo el descanso sempiterno arrastra consigo
Y he suplicado a los sublimes por la devastación de esta blasfemia existencial
En vano creo que aquellos susurros alguna vez sofisticarán la influencia cerval
Todo lo que quiero ver es la caída de los más altos y el surgimiento de los infiernos
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Elucubrando, analizando y discerniendo; escindiendo el espíritu de la mortal carne
Todo lo que necesito es el exterminio absoluto de esta locura accidental e irrisoria
Y no lo propago por egoísmo, sino por el bienestar del supremo orden cósmico
Los pocos alienados que logren desprender el lazo mundano entenderán el caos
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Los abandonados en las sombras perecerán en el sinsentido de la lóbrega sinfonía
Mayoría es aquella que fácilmente ha entregado su libertad a los falsos dioses
Los puros sentirán el melifluo del faraón conectándose con el impasible mensajero
La belleza de los sentimientos acendrados reconstruirá el tiempo y orlará el firmamento
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Irremediablemente querría escapar, aunque más desearía purificar los hielos humanos
Que la implacable marea lo ahogue todo entre su llama dorada y su iluminación fragante
Que el destino reclame lo poco que se ha conseguido en los siglos de atroz pestilencia
Y, en el paroxismo, que se derrame la sangre del dragón sobre la apostasía cerúlea
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Estoy orando y meditando para descarnar a los pocos labradores del alma muerta
Siguiendo el camino del karma es como discerní el juramento de la divina partición
Entre los supuestos vivos se replicaba la hermosura de la indispensable extinción
Fue inverosímil no haber hallado la poesía a través de la cual mi locura sería eterna
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Libro: Irrefrenable Tristeza