No sé quién es más absurdo: los que se percatan de ello o los que fingen no hacerlo
Es indiferente saberlo, tanto como lo es el continuar existiendo en esta infamia imperante
Lo que me intriga es la resistencia que los humanos oponen al hecho de su muerte
Que indudablemente les arrancará de la estupidez con que han contaminado su mente
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Quisiera hallar algo que significase más que el suicidio, acaso un engaño más sutil
Un nexo que me devolviera la banalidad que la feroz reflexión había exterminado
La humillación de pertenecer a esta raza patética no podría ser disuelta en el ocaso
Solo un breve balazo, una brizna de fuego iridiscente es todo lo que pediría al tiempo
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Lo único que quisiera es desaparecer de este mundo ridículo, azotar mil veces al azar
Consagrar el vacío de mi repulsivo ser ante la ignominia de haber existido sin razón
No había opción: había sido vejado y enviado a esta falacia para satisfacer al falso dios
¡Qué execrable era estar vivo, tan miserable como el hecho de despertar y volver a ser yo!
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La muerte… ¡Oh, suplicaba a esta deidad inhumana que extrajera mi insalubre interior!
Vivir o morir se tornaban en la misma faceta virulenta en esta odiosa y abyecta humanidad
Inmutable era la ironía de fingir que algo aún me interesaba en este plano de mediocridad
Sabía que, al volver ebrio y absorto a mi cuarto, solo restaría una última puerta por cruzar
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Así era la manera en que la disfuncional percepción hacía polvo las esperanzas de luchar
Todo lucía desabrido; anodino y asquerosamente monótono era este triste infierno
¿No había posibilidad alguna de escapar o deleitarse someramente con el estío?
Las limitaciones de mi naturaleza se habían convertido en la imperfecta esencia
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El mayor esfuerzo que realizaba en la vida era evitar mirar a los pestilentes espejos
¿Podría concebirse criatura tan inútil, estúpida, absurda, banal y preñada de impureza?
Sí, su nombre era humano: una abominación cuya irrelevancia trascendía cualquier plano
La tontería más ingente pensada por este ser deleznable era continuar reproduciéndose
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Me afligía la civilización y hallar cada día más y mejores razones para ahogarme
La verdad exigía sacrificios desgarradores de mi alma y solo hallaría perdición
Me hundía en la destrucción, se intensificaba la sombra que chupaba mi corazón
Aquel ser que fingía ser yo no era sino la melancólica utopía del ente que destruiría
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El cordón será tensado hasta romperse, la tinta se derramará y la prisión al fin desaparecerá
No habrá ya poemas ni lamentos; serán consumidos los escritos de este singular suplicio
Bajo la lluvia será condenado el beso de la libertad, el tiempo se convertirá en un sueño
Quedarán congelados los símbolos, pero seré feliz cuando la cuerda estruje mi cuello
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Último Suspiro