Nada más contradictorio que dos personas jurándose fidelidad eterna. Pero ¿qué puede esperarse de una raza retrógrada y adoctrinada como la humana? No está aún a la altura para comprender que la auténtica naturaleza del ser no es otra sino la poligamia. Dejemos, pues, que esos ignorantes monos continúen martirizando sus corazones y sus cuerpos con la falsedad del supuesto amor humano.
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Desear a otras personas, además del ser que se dice amar, no es un pecado ni nada parecido. Estas estupideces han sido herramientas de control implantadas y esparcidas por las élites de las religiones y los gobiernos en su obsesiva demencia por querer controlar los actos sexuales de los títeres que manipulan a su antojo. La infidelidad es, de hecho, la verdadera esencia del ser, pues no existe algo más absurdo que compartir el resto de nuestros ya de por sí absurdos días con la misma persona y sumergirnos así en el más profundo abismo de cotidianidad y hastío.
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Los supuestos sentimientos que nos hacen tan miserablemente humanos son algo de lo cual cualquiera debería asquearse al instante. Y en verdad creo que existen tan solo para hacernos creer que poseemos otras cualidades además de fornicar, ser egoístas y hacer guerras por cualquier cosa.
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Entonces no sabía lo que me ocurría, pero siempre era así. Después del sexo, experimentaba una suprema necesidad de soledad, una inquebrantable repugnancia se apoderaba de mi ser y mi cabeza quedaba aún más trastornada que cuando intentaba acabar conmigo mismo al llegar el anochecer.
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Y pensar que en algún momento se supuso que el humano podría llegar a ser una criatura magnífica o que era la cúspide de la creación. Por favor, si ni siquiera hemos logrado conquistar nuestra aberrante sed de sexo, dinero y poder. ¿Se puede creer entonces que tan patética y aberrante equivocación pueda ser lo más evolucionado en todo el universo?
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El Halo de la Desesperación