Diariamente se repiten los mismos acontecimientos en este putrefacto escenario humano: violaciones, asesinatos, guerras, pobreza, hambre, etc. Este mundo está plenamente batido de la más asquerosa suciedad, y no se purificará hasta que aquellos imbéciles y patéticos monos que lo habitan desaparezcan sin dejar huella. Así es, únicamente nuestra extinción se tornará en la salvación de este plano infecto y absurdo. Mientras nosotros, seres aberrantes en todo sentido, continuemos siendo y existiendo, debe necesariamente esperarse lo peor. Detrás de cada suceso horrible, probablemente se oculta una intrínseca necesidad de ser amado y de amar; mas no sabemos hacer ninguna de las dos y terminamos sucumbiendo con rapidez vertiginosa a las garras de lo más oscuro en nuestro interior. ¡Qué aburrido y asqueado me siento de cada acontecimiento! ¡Cuánto necesito morirme para poder alcanzar la verdadera y divina felicidad más allá de lo humano!
*
A esa persona especial con quien pudiese haber compartido los momentos menos banales en mi superflua estancia en este vil y anómalo universo solo me restaría decirle: juntos hicimos nuestra existencia menos aburrida, nuestra vida menos tortuosa y, sobre todo, nuestra muerte más hermosa. No obstante, ni el amor ni nada más puede salvarnos de nuestra impertérrita agonía y cruenta desesperación. Desde nuestro sórdido nacimiento hemos sido condenados; todo cuanto hacemos es evadir nuestro horrible destino mediante todo tipo de estratagemas. Nuestra mente está especialmente diseñada para abrazar la mentira y evadir lo que podría acercarnos a la gran verdad. Hasta ahora, hemos sido sus esclavos irremediables; hemos sido demasiado débiles como para luchar por nuestros anhelos más inmanentes… Y ¡cuánto tiempo hemos perdido ya en las cosas del mundo! ¡Cuánto tiempo hace desde que prometimos quitarnos la vida y todavía no lo hemos conseguido!
*
Lo que quisiera arrebatarle a lo que se conoce humanamente como tiempo es esa incomparable habilidad para avanzar sin requerir de una razón. Y, asimismo, admiro su corazón de hielo, de asesino… ¿Quién como él para enseñarnos lo insignificantes que somos? Nunca podremos escapar de sus tergiversados dominios, puesto que nos aprisiona a cada milésima de segundo y nos escupe en la cara con vehemente cinismo. Quizá, si existe algo como un Dios, el tiempo debe ser lo más parecido. Seres irrelevantes como nosotros nunca podremos entenderlo, puesto que estamos limitados por nuestra ominosa naturaleza y triviales percepciones. Nuestra desdicha insoportable es la de experimentar una realidad que no podemos comprender, cambiar ni soportar. Y, pese a todo, solo mirar el reloj y su nostálgico y trágico avanzar.
*
Entonces, antes de llevar a cabo el acto más sublime, solo pensaba que, después de todo, me sentía muerto desde hace mucho tiempo, aunque supuestamente aún vivía… Por lo tanto, tomar la navaja y rasgar mis muñecas no podría serme sino un acto netamente indiferente. Nunca pude amar a nadie y creo que nadie me amó tampoco; personas, lugares y momentos jamás significaron algo trascendente. Mi experiencia en esta vida estuvo plagada de melancolía, tristeza y soledad… No podía, empero, ser de otro modo. No era para nada algo adecuado el mezclarse con los monos y compartir sus odiosas perspectivas. ¡Eran todos unos idiotas dominados por su egoísmo e insensata avaricia! Quizá yo también lo era y por ello no me soportaba ni un segundo más… ¿Cómo podían entonces ellos continuar como si nada estuviera mal? ¿Cómo podían soportarse a sí mismos y no experimentar infernales deseos de suicidarse siendo las execrables y putrefactas marionetas que eran?
*
No sabía si las fútiles concepciones y superfluas ideologías que el mono se había inventado tan desesperadamente para justificar que su existencia tenía algún sentido me ocasionaban risa o lástima. No obstante, en todo caso, nadie había sido tan sabio aún para promover, sin ningún temor, el suicidio masivo. Y es que, desde mi perspectiva, la humanidad nunca tuvo razón de ser; ahora mucho menos que antes. ¿Para qué? Esa era la pregunta clave que no se podía responder con contundencia sin importar cuánto se reflexionase al respecto. Avaricia, crueldad, egoísmo, manipulación, adoctrinamiento, etc. Todo esto y más imperaba en la sociedad y todos parecían aceptarlo sin ningún problema; para todos lo único importante era el dinero, el sexo y el poder más efímero alguna vez concebido.
***
Encanto Suicida