Metempsicosis

Quiero conocerte, saber de ti lo que solo tu sombra puede contener, lo que ni siquiera tú misma eres capaz de dilucidar en los elíxires supremos donde buscas ansiosamente encontrar una migaja de amor. Quiero esculcarte y analizar cada agujero, cada pestañeo de tu alma en el flujo más elevado de divinidad y resurrección, hallar el indicio que fundirá tus sueños. Quiero liberar tantas cosas que te encadenan y te debilitan, que mantienen tu espíritu atado a ese traje inútil y orgánico, que te hacen sentir humana con cada experiencia. Quiero clavar en ti mi triste mirada y hacerte sentir cada partícula de todos lo que me ocasionas cuando te acercas a mí con tal refulgencia, cuando tus caricias me transportan más allá de la demencia. Sí, yo quiero conseguir lo que hasta ahora no has podido, lo que tanto añoras en tus más profundos sueños: el suicidio sublime.

Quiero unir los hilos de tu destino y extinguir de una vez por todas cualquier incertidumbre, abrazar los temores y llorarles a las paranoias, adorar los olores y asesinar las fobias. Quiero entrar en ti, saber qué impulsa tus vibraciones a tan sublime estado, lo que constituye las lunas pálidas alrededor de tus decorados y luminiscentes ojos dorados. Quiero discernir los secretos del amor y los hechizos del romance crepuscular cuyos lienzos no soy todavía capaz de apreciar en mi penuria, en la mano del dios sostenida por los demonios de la salvación. Quiero apreciarte desde todos los ángulos, contemplar tu hermosura desde todas las perspectivas, adorarte con las oraciones de todas las religiones, mirarte con unos ojos que no sean los de mi cuerpo, sino los de mi espíritu. Quiero abrazarte eternamente, pero solo si eso significa que nunca más volveremos a este mundo. Y, ¡oh, querida!, tan solo quiero besarte y saber que hoy podré suicidarme entre tus brazos.

 Quiero todo contigo, incluyendo la muerte y la reencarnación, la poesía y la iluminación, la desgracia y la reconciliación con el origen de la existencia, aunque sea en este plano alterado de sombras retorcidas. Solo un minucioso análisis y un inhumano pensamiento podrá satisfacer este afán por hacerte mía sin siquiera tocarte, por querer reemplazarme con tu perfección encarnada y añorar ser tú en mi futura metempsicosis. Sé que parece contradictorio, que es algo más que simple ansiedad o depresión, tal vez alguna especie de esquizofrenia suicida. Pero, desde que te conozco, las voces no han dejado de susurrar, los espejos no han dejado de aparecer, las siluetas no se quieren ir de mí, las fantasías se retuercen y me espanta su fantasmal devenir. ¿Puedo aún sobrevivir un día más sin ti?  No quiero creer que, en cuanto intente acariciarte, te irás de mí para jamás, en ninguna encarnación, volver.

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Para mi eterno e imposible amor…

Libro: Repugnancia Inmanente


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