Te quiero más que todo, más que nunca, más que a cualquiera. Sí, yo te quiero a ti tal cual eres, en tu faceta más magnificente y en la más deprimente. Te quiero por ser tú, simplemente por eso. Te quiero en cada uno de los universos donde nos encontremos, en cada una de las realidades donde coincidamos. Te quiero, aunque tal vez en un futuro no seas para mí, aunque tu sonrisa la contemple cada anochecer otra persona algún día. No me importa, pues yo ya he decidido quererte a ti y eso nada ni nadie podrá cambiarlo. Te quiero una y mil veces, una y un millón de veces. Te quiero demasiado, tanto que ni siquiera podrías imaginártelo. Te quiero en tu forma física, mental y espiritual. Te quiero en todas las perspectivas desde las que te pudiera contemplar. Te quiero por encima de cualquier problema e incluso por encima de mi trastornada imaginación.
Te quiero más de lo que te anhelo, más de lo que pienso en ti todo el día y toda la noche. Te quiero realmente sin necesitar de una razón, sin que estés conmigo todo el tiempo. Te quiero así: a veces distante e indiferente; en otras ocasiones, tan cerca y tiernamente. Te quiero y pienso que tú también me quieres, pero no lo sé; no tengo ninguna forma de comprobarlo y me aterra hacerlo. Te quiero y sé que no debo, que no puedo quererte de esta manera tan insana y obsesiva, pero, aun así, lo hago tontamente y eso me jode. Te quiero incluso si tú no me quieres, incluso si nuestras bocas nunca llegan a unirse, incluso si nuestros espíritus no pueden conjugarse jamás. Te quiero más allá de cualquier locura, de cualquier suicidio o de cualquier trastorno delirante. Te quiero ver centellear de manera inigualable, aun si no es a mi lado y si eso implica alejarme de ti para siempre.
Te quiero al natural, sin maquillaje o con él, peinada o despeinada, con ropa o sin ella. Te quiero como sea, en donde sea y a la hora que sea. Te quiero de modo irrevocable, de manera incondicional. Te quiero sin esperar nada a cambio, sin necesidad de que tú hagas algo por mí. Te quiero tan solo por ser tú, tan solo por existir. Te quiero así: siempre libre, siempre con tu hermosa libertad por encima de cualquier otra cosa. Te quiero ver en lo más alto, cumpliendo todo lo que te propongas y centelleando más que el sol. Te quiero sinceramente y siempre estaré para ti, aunque tú no estés para mí. Te quiero tanto y quiero estar para ti no tanto en los momentos buenos, sino más en los malos. Te quiero más de lo que quiero mi soledad, nihilismo y misantropía. Te quiero más que a cualquier absurda ironía de esta vida y más de lo que quiero deshacerme de ella. Te quiero más de lo que quiero mi muerte, y eso es demasiado. Y te quiero, puedo estar seguro, como jamás nadie lo hará. Incluso, podría atreverme, en mi recalcitrante ingenuidad, a decir que no solo te quiero, sino que te amo. Y lo creo así puesto que, para mí, tú eres lo más sagrado que pueda existir; incluso si solo existes en mi retorcida imaginación.
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Melancólica Agonía