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Obsesión Homicida 52

Todas las personas opinan, todas creen tener la razón, todas juzgan y argumentan; y eso es gracias a que, por fortuna o por desgracia, existe la libertad de expresión. Pero también gracias a eso es que podemos apreciar detalladamente la inmarcesible estupidez humana en todo su esplendor y su constante aumento en la misma proporción con que nos reproducimos. Nunca dejaré de pensar que un segundo diluvio es más que menester, e incluso un tercero, un cuarto o los que sean necesarios…

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El ser se conforma siendo ignorantemente feliz sin jamás dudar sobre el sentido de todo cuanto ante sus cegados ojos acontece. Así, empero, es como ha perdurado esta anodina civilización alimentada principalmente por la hipocresía, el autoengaño y la mentira. Y así es como también (sospecho tristemente) morirá todo lo humano una y otra y otra y otra vez… Tan solo para renacer en el mismo error o en uno aún peor, pero nunca para evolucionar la consciencia ni para rozar los pies de aquella utopía conocida como el superhombre. ¡Qué lejos estuvimos siempre de ello y ahora mucho, pero mucho más!

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Ese día al fin entendí que nada ni nadie de este mundo nefando importaba en realidad; asimismo, comprendí plenamente que esta existencia era una absoluta mentira y que la humanidad era una estupidez sin parangón. ¿Por qué existía todo esto? Esa era una pregunta que solo podía ser respondida por un dios. Lo malo que dios no existía y, si llegó a existir, estoy seguro de que murió hace muchísimo tiempo…

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Cuando las personas creen haber hallado la felicidad es porque, en esencia, se han abandonado a los deseos que seres manipuladores de la existencia e implantadores de la pseudorealidad han inculcado en ellos para obnubilar momentáneamente la gran verdad; la cual no podría ser otra, sino que la vida, como actualmente se lleva a cabo, carece de todo sentido y debería ser silenciada por las llamas del fuego purificador. Pero no, todo sigue igual y el tragicómico teatro de inmundicia y aberración prosigue con otro acto más de infinita y eviterna putrefacción.

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Quizás el amor sea solo un placebo, solo una medicina temporal y no muy efectiva para hacer la vida más llevadera; para falsear el sentido de la existencia, el cual evidentemente no existe. Enamorarse hace que olvidemos por unos instantes nuestra natural miseria e insustancialidad, ese es el mágico embuste con el cual comienza esa patraña llamada amor. Sin embargo, al poco tiempo, todas esas mágicas sensaciones se irán y nos dejarán una sola cosa en su lugar: el vacío.

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Nadie se da cuenta de la verdad, porque la supuesta verdad que se muestra ante los ojos comunes es la más grande mentira. Esta realidad bien podría ser solo una nefanda simulación de la mente demente de algún dios contradictorio, pero tan hastiado de su supuesta condición divina que tuvo la necesidad de inventar criaturas con las cuales entretenerse. Esto, desde luego, asumiendo que esta visión sea válida; cosa que creo poco probable. Más probable me parece que seamos un experimento fallido de seres que todavía se alimentan de nuestras emociones, pensamientos y sentimientos sin que siquiera lo contemplemos.

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