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Manifiesto Pesimista 42

Y, de entre todas las estupideces que podríamos cometer, sin duda alguna enamorarse encabeza la lista. O, tal vez no; tal vez no matarse sea la número uno. De cualquier modo, ¿acaso importa? Y es que acaso seguir viviendo para volvernos a enamorar o para fantasear con la muerte sean nuestras únicas respuestas ante al abrumador réquiem del vacío que no deja de atormentar nuestras almas ni un solo instante.

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Suicidarse sería la decisión más acertada que podríamos tomar, pero nos encanta tomar malas decisiones todo el tiempo. O al menos hasta que se nos acaba el tiempo y la muerte viene recordarnos cuán equivocados estábamos en nuestra nauseabunda percepción humana. Aunque no podría ser de otra forma, porque nuestra naturaleza nos había condenado desde el principio y acabar con ella siempre fue la única salvación.

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Cuando comprendemos que el yo es, de hecho, lo único que importa, comenzamos a ser genuinamente libres y a liberarnos, a su vez, de las absurdas estructuras sociales que tanto entorpecen nuestro camino hacia la sublimidad. Nos liberamos no solo de los demás, sino de todos los demonios de nuestro interior. Este tortuoso camino, claro está, puede implicar la duración de la vida misma y no está destinado a aquellos que buscan placeres inmediatos o recompensas fáciles.

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En una realidad como esta, absolutamente diseñada para aquellos que quieren existir, ¿qué es lo que nos queda a aquellos que no queríamos ni queremos existir? ¿Qué otro consuelo podríamos tener que no sean la locura, la decadencia o la muerte? ¿A qué otro lugar podríamos ir que pudiera complacernos que no sea el infierno? Aunque tal vez ya estamos en él, pero es mucho peor de lo que imaginábamos.

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No importa nada de lo que hagamos para creernos superiores, al final siempre seremos humanos y eso, desde luego, nos hará inferiores. Todos nuestros intentos por cualquier posible trascendencia serán, tarde o temprano, absorbidos por la pseudorealidad y cada uno de nuestros más íntimos sueños será cruelmente despedazado por el tiempo y la nada.

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Manifiesto Pesimista


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