Abyección Eterna

Venía y se escondía, cual trémula percepción doblegada ante el fangoso mundo

Inmundo, avaricioso y egoísta eran los términos precisos para definir la naturaleza vil

Y era ella a la que desconcertado rendía tributo cuando creía escapar de sus garras

Ignorante, no podía saber que, entre más me alejaba, más me hundía en la perdición

.

Curiosos retratos de ignominia y de virtudes laceradas emanaban las auras que percibía

Entre ellos navegaba, cerraba los ojos ante sus formas espeluznantes y aciagas

Envenenados mantenían sus cuerpos, marchitas sus mentes y carentes de espíritu eran

Después de todo, reales y mucho más abundantes que cualquier otra infame plaga

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Esa era la razón por la cual desdeñaba mi origen y suplicaba por el descanso estelar

No poseía sus elementos, eso me conminaba al abismo de la imperecedera agonía

Frustración sideral experimentaba entre la monotonía de sus falsos principios

Mismos que me negaba a aceptar, pues bien sabía que conmigo habrían de acabar

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Me negué por muchos eones a mirar en tal decadencia y, cuando lo hice, lloré

Así como la energía divina se ensuciaba, así el tiempo sacrosanto escapaba ansioso

Era la sensación más desgarradora el contemplarme prisionero en esta orgánica forma

Y pensar que mi sufrimiento no cesaría nunca, pues ya jamás olvidaría mi existencia

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Ni tampoco la de una estirpe con tan pobres y cervales concepciones de lo sublime

¡Cuánto lastimaba mi ser al saber que esos infames nunca conocerían lo celestial!

¡Con qué clase de diluvio podría limpiar su banalidad y su gusto por lo material!

Colegí, en una noche de tinieblas, sobre la imposibilidad de su recalcitrante miseria

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¿Cómo podría salvar a los condenados por su propio yugo de la abyección eterna?

Si eran ellos mismos, ruines y vomitivos, quienes más ostentaban putrefacción

Ningún remedio bastaría para purificar la existencia de su grosera intervención

Absurdidad en sus corazones moraba, carente de toda sublimidad era la raza humana

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Libro: Palpitación Onírica


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