,

Aún sigo aquí

Aún sigo aquí, pese a todo. No importa nada más, ya ni siquiera la vida o la muerte. Solo me dejo llevar en estos momentos por el sublime color de la nada. Es jodidamente complicado poner la mente en blanco, pero lo intento. Se siente muy bien cómo aquellos sonidos penetran en mi mente y me hacen olvidar, por unos momentos, lo miserable que es existir en esta ominosa realidad. Todavía siento un halo de vida bullir en mi interior, aunque sé que carece de todo sentido o importancia, pues de nada sirve proseguir en este infierno eterno. Todo lo que quisiera es desaparecer por siempre, olvidarlo todo, pretender que jamás existió algo como un yo. La inexistencia absoluta es lo único que anhelo ya, aunque, bien sé, es una mera quimera de mi mente trastornada. Veo a lo lejos un hada azul con dientes ensangrentados que me sugiere una cosa: ir con ella y atravesar el umbral detrás del cual el caos se torna infinito. No sé si debo, me aterroriza un poco, pero quizá sea lo mejor en mi actual estado.

La atroz distorsión es muy grande y mi constitución cada vez titubea más ante la imperante incertidumbre que todo lo envuelve. Los planetas puedo sostenerlos en mis manos y jugar con ellos, cual pelotas de fútbol, hasta que me exploten las malditas venas. Solo unos instantes, tan solo una experiencia de lo más desagradable y un pesimismo que lo abarca todo. Nuevas personas que llegan, pero que se marchan demasiado pronto. Soledad, mi única acompañante en esta noche de mágicos destellos que me hace reflexionar sobre mi propia inutilidad y el vacío existencial más aterrador. Ya no importa si la vida no tiene un sentido, lo único que no soporto es la sórdida manera en la que acontece. Pareciera como si lo absurdo y lo irónico se mezclaran de una manera absolutamente intolerable para mi humana fragilidad. Me acomodo para no sentir más dolor, pero ignoro que el simple hecho de existir ya es, en sí, el mayor dolor posible.

Un dolor indescriptible y de magnitudes sumamente desconcertantes, un dolor que arremete contra toda cosa sana y adecuada. La realización de lo improbable nunca fue tan controvertida como esta noche en que reflexiono sobre cada acto, palabra o pensamiento… Cuando muera, ¿se me pedirán cuentas por todo esto? ¿En verdad importará lo que hice y lo que no? Resulta un poco difícil expresar lo que siento al respecto, porque mi auténtica tragedia fue precisamente haber vivido algo que nunca quise. ¿Cómo remediar algo así? ¿Cómo aceptar un mañana donde volveré a ser infeliz y donde tendré que volver a relacionarme con las personas? La idea de dios, sugerida por tantos miserables, no me convence en absoluto. No soy de plegarias, sino de razonamientos. No soy un hombre de fe, sino de hechos. Mi mente, además, está a punto de colapsar; todo cuanto veo dentro se derrumba y forma un remolino iridiscente donde se funden mis sueños ya muertos, mi lóbrega tristeza y mi sangre ya seca.

***

Caótico Enloquecer


About Arik Eindrok

Deja un comentario

Previous

Sempiterna Desilusión 01

Percepción ultraterrena

Next