Tal vez incluso ese era el problema: tratar de ser congruente en una existencia que era naturalmente contradictoria y caótica.
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Y, si hay vida más allá de la muerte, entonces verdaderamente no queda ninguna esperanza de ser libre en ningún tiempo, lugar, dimensión, mundo, universo o plano.
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Nacer en este mundo no podría ser desde ninguna perspectiva algo bueno como las personas comunes y corrientes creen. Eso es tan solo otro más de los humanos autoengaños que nos hacemos para creer que estar aquí es adecuado, pero la verdad es que nada dicta que así deba ser; por el contrario, si reflexionamos profundamente, llegaremos tan solo al absurdo y al pesimismo más sórdido, pues nos percataremos de que nacer en este mundo es, desde luego, una maldición.
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No importa en dónde, cuándo ni cómo estemos, mientras tengamos vida o existamos de alguna manera seguiremos experimentando sufrimiento, agonía, desesperación, incertidumbre, caos, locura, hartazgo y demás estados destructivos. De ahí que tan solo en la muerte podamos esperar un mínimo ápice de verdad y paz.
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Y, cuando se comprende que la incertidumbre es el estado predominante en la existencia, es cuando también podemos empezar a vislumbrar los estados más esquizofrénicos de nuestra limitada consciencia.
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Desasosiego Existencial