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La Agonía de Ser 18

Y ahí estaba yo, con el corazón roto, ebrio hasta el tuétano, con una cajetilla vacía de cigarrillos, rodeado de prostitutas y malvivientes, despilfarrando mi dinero en apuestas impensables, pero en el fondo sabiendo que todo eso solo era mero teatro, pues mi verdadera esencia estaba más allá de aquella depravación e incluso más allá de mi entendimiento. En el fondo era yo un idiota porque, a diferencia de toda esa farra de vividores, yo sabía que todo esto carecía de cualquier sentido y que era sumamente estúpido, pero, aun así, me resultaba inevitable no hundirme en aquella crápula con la ingenua esperanza de, con ello, mitigar un poco mi infinita miseria existencial.

*

La vida ya no me interesa, pero tengo miedo de que la muerte ya tampoco lo haga, pues es lo que único que aún me hace soportable el seguir viviendo.

*

Y, si este mundo, esta existencia y esta realidad no pueden funcionar como yo lo deseo, entonces ¿por qué querría seguir en ellas? ¿Por qué seguir viviendo por mera obligación como un maldito autómata? ¿Para qué seguir pretendiendo que algo de lo que hago tiene algún jodido sentido cuando en realidad sé que no es ni será jamás así?

*

Más allá de todo lo que han dicho que soy, e incluso más allá de lo que me he repetido todo este tiempo que soy, ¿quién o qué soy? ¿Cómo podría responder a tal interrogante desde mi propia consciencia? Es un poco complicado seguir existiendo sin saber quién soy, pero creo que así es como existe la humanidad en general.

*

Entonces ella se acercó a mí, sostuvo mis manos y me dijo, con cierta mezcla de temor y desconcierto, que a veces se preguntaba quién era yo en realidad.  Creo que mi respuesta no le sirvió de mucho, pues le dije que, ciertamente, a mí también me gustaría saber lo mismo.

***

La Agonía de Ser


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