Definitivamente sí, las mujeres más hermosas, no solo en cuerpo, sino en mente y en espíritu, son y serán por siempre las prostitutas. De hecho, creo que valen mucho más que cualquier sacerdote, presidente o empresario. De hecho, creo que el cielo debe estar infestado de ellas más que de cualquier hipócrita y falso santo o supuesto profeta.
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Contemplaba infinitas formas raras en mi cabeza, formas que no podrían existir en este mundo donde la realidad estaba limitada a tres dimensiones. Y aquellas formas comenzaron luego a susurrarme extraños lamentos de muerte, locura y destrucción. Entonces, cuando quise frenarlas, habían tomado el control. Y, cuando volví a mí, descubrí que había asesinado a mi propia familia de una manera sumamente brutal. Pero de verdad se los juro, ¡no fui yo quien tomó el cuchillo esa noche y devoró sus órganos para luego fornicar con sus cadáveres!
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Escribir era lo único que despejaba un poco mi trastornada mente, pero solo un poco, pues la delirante esquizofrenia que constantemente me apabullaba no cedía terreno. No obstante, creo que incluso eso era mejor que ser uno más de esos que andaban por ahí sin cuestionar ni reflexionar nada, alimentando a la deplorable (pseudo)realidad que tan bien nos consumía y pretendiendo ser seres despiertos y conscientes.
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Lo que más se niega es en el fondo lo que más se desea cometer. De ahí que, en las sombras, la mayor parte de la humanidad cometa tantas depravaciones mientras en el exterior fingen cumplir las absurdas normas sociales y morales por miedo al rechazo social o cualquier otra estúpida razón. Así se explica también gran parte de las aberraciones del mundo moderno, donde supuestos personajes emblemáticos y respetables resultan ser simplemente la peor escoria.
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Los seres que más niegan su abyecta y vomitiva naturaleza son quienes más se reprimen en el fondo y quienes, a su vez, más depravaciones cometen en la oscuridad; ahí en las más abismales catacumbas de sordidez donde pueden ser ellos mismos sin temor a la represión social. Pero así somos los seres que habitamos este mundo absurdo: fingimos ser buenos en el exterior y condenamos a quienes no lo son, pero la verdad es que en el interior nos encanta ser malvados.
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Lo que realmente me pone triste es que este mundo no se pueda terminar ya, porque en verdad que toda la maldad, injusticia y sinsentido que en él imperan no pueden tener ninguna justificación sin importar si se trata de una creación divina o de una diabólica equivocación.
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Romántico Trastorno
