El desencanto de vivir estaba siempre latente dentro de mi agobiado ser
La depresión soplaba con tal fuerza que derribaba cualquier muralla interna
Y, ante la imagen de mi alma, nada atisbaba sino la más vil y sombría nada
¡Cómo quisiera que aún hubiese tiempo para terminar de recorrer la penumbra!
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La compañía de los humanos me resultaba más que enfermiza y cerval
Me fastidiaba enterarme de los banales anhelos que el rebaño sostenía
Pues, todos sin condición, cual creaciones de molde, añoraban lo mismo
Dinero, sexo, materialismo y demás bagatelas para sentirse lejos del desierto
.
En la soledad y el silencio me refugiaba cuando mi corazón de latir cesaba
Aquellos momentos donde la agonía de vivir se tornaba demasiado insoportable
La idea del suicidio, más que deprimente, me ofrecía la oportunidad de sonreír
Morir se convirtió en el único sino, la luz que en mi marchitado interior se apagó
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Recuerdo cómo fue que el trance absorbió la inmanencia de mi deshilvanado espíritu
Aquellas noches delirantes donde recorría las grutas del sinsentido deseando no ser yo
Las mentiras cuya lúgubre sinfonía me harté de soportar en mi aberrante compulsión
Y la cruel simpatía que trastornó mi alma hasta aquel amanecer sexual y suicida
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Sin embargo, seguía viviendo; existiendo en este plano de corrupción eterna
Cada día era la misma amargura, el agónico dolor de despertar una vez más
De salir a las calles y percibir la inmundicia de los humanos en su desaire
No sé qué hacer… Suicidarme o continuar viviendo, aunque me sienta ya muerto
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La ausencia de sentimientos era notablemente palpitante en mi cuerpo decadente
Las alas del pájaro ya no aleteaban como solían hacerlo en mi nostálgico pasado
Permitirme tal condición debía lastimar incluso lo que hasta ahora no he mostrado
Y aquí postrado frente a la imagen del dolor, pienso más de la cuenta en el entierro
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La felicidad se ahogó con el último lamento proveniente de tu sutil partida
El encuentro entre tu amor y el fútil momento de tu adiós se mantiene intacto
En este pésimo cuento insano donde he sido conminado a respirar y existir
Tal vez sea ya la hora de aceptar que, aunque muera, a mí tú nunca volverás
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Divagando en el Sinsentido