El halo de la desesperación siempre ha sido inminente en los escasos minutos de consciencia cósmica que rara vez experimento. Entonces sé que esto no puede ser bueno, sé que existir es algo que debería odiar con todo mi ser.
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Tal vez podría amarme a mí mismo como tanto se dice, pero entonces ¿qué sería de los momentos más relucientes y de los textos más sublimes? Odiarse a sí mismo es una infinita fuente de gloria e inspiración que ninguna clase de amor propio podría ofrecer.
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Siempre que quiero ponerme realmente triste y arruinar mis días voy y me planto frente al espejo, entonces hallo infinitas razones para deprimirme hasta el infierno.
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Ese instante donde nos percatamos de que no hay verdaderamente ninguna razón para existir, ¿no debería ser también el mismo en el que nos tendríamos que suicidar? Pero no, ya estamos demasiado contaminados de vida como para renunciar a este idílico engaño.
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¡Cuán engañados estamos para aferrarnos a esta patética pseudorealidad, aunque en el fondo queramos vomitar infinitamente!
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Libro: El Halo de la Desesperación