Creer que se va a imponer un nuevo orden mundial es una estupidez, ¡ya se ha impuesto desde hace eones! Y la gran mayoría, fieles a sus conceptos de esclavos mentales, lo han aceptado y lo fomentan con cada día que agradecen ser títeres de la pseudorealidad.
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Las estrellas me parecen demasiado elegantes como para que nosotros, seres adoctrinados y asquerosos adoradores de los más banales impulsos, algún día lleguemos a ellas. Ojalá que el humano no ose ensuciar más de lo que ya ha marchitado, ojalá que pronto llegue el día en que la muerte todo lo haya purificado.
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No hay dolor más grande que existir, excepto hacerlo sabiendo que no tiene ningún sentido, tal y como lo hace el ser.
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Resulta inútil intentar plasmar en las mentes subyugadas un ápice de sensatez, pues la absurdidad de la sociedad actual ya ha destruido cualquier posible incertidumbre en aquella gran mayoría que acepta con placidez su propia esclavitud.
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Diferentes perspectivas, un mundo de ideas, una masacre de conceptos. Pero, al final, volvemos al mismo infierno en donde hemos sido conminados a pasar nuestros infames días hasta el entierro: el absurdo abismo humano.
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Libro: El Halo de la Desesperación