La constante tendencia de la imperfección siempre envolverá al ser y lo degradará paulatinamente hasta vaciarlo por completo, hasta quitarle lo poco que cree poseer y arrojarlo, cual vil trapo viejo y sucio, a las garras de la nada.
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Las apariencias resultan siempre más atractivas de lo que las personas son en realidad. Y la realidad es que la gran mayoría se tornan aburridos y de sentido carentes si los despojamos de los autoengaños que por tanto tiempo han conformado su simple personalidad.
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El problema es que no deberíamos buscar la reproducción de la especie, sino la perfección del espíritu.
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No podría aceptar vivir y conformarme con los placeres humanos, no quisiera ensuciar la pureza de los corazones tristes en este mundo como tantos lo hacen. Allá ellos, pobres de tantos títeres, tan ciegos y perdidos se hayan divagando en el más sórdido sinsentido de sus patéticas vidas.
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Descatalogado del mundo, hastiado de mentiras, asqueado de la existencia y aburrido de la humanidad, el ser que comience a vislumbrar la verdad verá caer el efímero imperio del deseo carnal ante el despampanante encanto suicida.
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Encanto Suicida
