El simple hecho de ser implica en sí la mayor de las agonías. Por eso, mejor sería no ser; aunque esto sea tan solo una hermosa quimera en nuestra errante existencia que, por desgracia, ya es.
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Tan solo era que ya nada me importaba sin importar de que se tratara, tal vez esto era entonces el indicador de que era ya mi momento de abandonar al fin esta nefanda realidad.
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Mientras el absurdo nos consume cada día más, nosotros continuamos consumiendo cualquier tontería que nos haga olvidar por unos momentos lo miserable y tedioso que es existir.
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Tan abismal como el tiempo que vive una estrella comparado con el que vivimos nosotros, así es nuestro sinsentido comparado con nuestros delirios de un sentido para existir.
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Y, si este mundo un día dejara de existir, en realidad no se perdería nada; por el contrario, hasta sería una ganancia.
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Tenemos la estúpida necesidad de sentirnos amados por otros puesto que, en el fondo, sabemos que no podemos amarnos a nosotros mismos; es más, nos odiamos con todo nuestro ser.
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Manifiesto Pesimista
