No sé si todo esto signifique algo para ti, pero para mí tú eres la representación de lo más bello y puro que existe en el mundo entero; y es que te miro más allá de esa envoltura humana y sé que tienes la más hermosa de entre todas las almas, la más refulgente y pura. Ojalá pudiera contemplarte en tu verdadera forma, pero sé que eso es imposible en este plano infame. Jamás podremos trascender si permanecemos juntos y, por ello, debemos separarnos para nunca más volver a encontrarnos. Quizás este olvido será eterno, quizá me mataré esta misma noche sin tus alucinantes caricias… Me miraré en el espejo y recordaré cada instante en que prometimos estar juntos hasta el fin, aunque ya nada de eso sea sino un peligroso martirio de lágrimas y sangre. Será mejor así, será casi como una fúnebre pesadilla que supera a la realidad en su punto máximo. ¡Éramos demasiado ingenuos para comprenderlo en aquel entonces! Mas ahora sabemos que algo tan irreal como el amor no puede salvar a nadie de su desdicha, mucho menos a dos espíritus tremendamente atormentados y solitarios como nosotros; a dos entes suicidas que buscan retornar a su origen y vomitar su triste pantomima encarnada. ¡Qué irónico me parece el destino! Solamente nos ha unido un efímero lapso para luego separarnos por la siniestra y oscura eternidad. Tal parece que mi corazón roto no ha tocado fondo todavía, pero que no quede la menor duda: te amé con cada molécula de mi ser y con toda la profundidad de mi agobiante melancolía.
*
Creo que, sin titubear, daría la vida por ti las veces que fueran necesarias; lo haría incluso si tú no me lo pidieras, incluso si con eso solo consiguiera rozar tu inmarcesible silueta. Podría renunciar a todo lo que pudiera tener con tal de aspirar la exquisita fragancia que solo tu angelical esencia desprende, porque me encantas de una manera realmente enloquecedora. Y es que ya no me importa mirar ni conocer a nadie más, ya que eres tú quien me ha embelesado y a quien quiero amar sin condición ni razón. Eres tú mi eterna obsesión, la única soga en donde quiero ahorcar mi garganta y el único disparo que quiero dentro de mi cabeza. Sé que puedes usarme a tu antojo, que estaré a tus pies y seré tu esclavo voluntario. Quisiera poder hacer algo que me hiciera especial a tus ojos, que pudiera hacerte sentir el cósmico paroxismo en el que me sumerge tu sempiterna e incomparable hermosura. Lo que más amo de ti, empero, no es lo superficial; no, no sería así… Lo que yo amo de ti es el caos infinito y supremo que nace y muere dentro de ti cada vez que tu boca y la mía experimentan un efímero sentimiento de felicidad al unirse y devorarse en la oscuridad eterna. No importa donde te encuentres, no importa la distancia ni la época. Tengo plena certeza de que volveremos a encontrarnos y de que esta vez, quizá, sí permaneceremos juntos hasta el colapso del universo mismo.
*
Tú eres el ser más celestial al que yo quisiera adorar hasta mi muerte, la supernova que ilumina mi vida y la cual jamás quiero ver apagarse. Sin ti, mi vida carece de todo sentido y las penumbras abaten mi alma interminablemente. No quiero perderte, aunque sé que debo dejarte ir para siempre. Mi eterno e imposible amor, ¿acaso no existe forma de remediar esta tragedia? ¿Acaso no puede posponerse un poco más el réquiem final de nuestra melancólica existencia?
*
Me gustaría poder hacer algo que fuese lo más hermoso para ti; y que fuera lo más hermoso que alguien haya hecho alguna vez por ti. Quisiera escribirte un poema inmarcesible que pudiera hacerte entender todo lo que por ti siento, pero lo único que puedo confesarte es que me encantas hasta el punto de no necesitar ninguna razón para amarte con tal intensidad. Me gustas tanto que me da ya igual estar vivo o muerto, mientras pueda deleitarme con tus sublimes encantos y regocijarme con tu centelleante canto. Eres un ser fulgurante, pero no puedes notarlo; te encuentras en estado de inexplicable conmoción interna. Yo te amaría, aunque ello implicase mi ruina o mi muerte. ¿Qué más da? ¿De qué me sirve seguir existiendo si no podré volver a perderme en tu boca cuando me atormente el fatal crepúsculo de otro decadente anochecer? Siendo así, creo que resulta mucho más adecuado suicidarme ahora mismo; sí, antes de emborracharme con tus recuerdos y volver a hundirme en tu olvido eterno. ¡Qué trágica fantasía es esta que nos ha separado sin posibilidad alguna de volver a estar juntos! Solo espero que en este manicomio espectral la soledad me haga compañía en cada lúgubre madrugada sin ti, y sin tus brazos que me envolvían como las refulgentes e incomparables alas de un ángel demasiado divino para ser cierto. Únicamente mis alucinaciones me consuelan ya, ¿no es así? O ¿es que acaso he perdido la razón por completo? ¿Es que no puedo ya distinguir los elementos de esta dimensión que no cesan de materializarse en los espejos de mi alma atormentada? Lo que sea que acontezca, donde sea que te encuentres y sin importar lo que sientas al respecto… Yo no sé por qué demonios tú estás allá y yo aquí, pensándote como un demente y soñándote con siniestra adicción.
*
Tú eras todo para mí, el único sentido que hallaba en esta anodina existencia y la persona de quien, inevitablemente, mi ser se enamoró tan loca y apasionadamente. Yo para ti, empero, nunca signifiqué nada y no tendría por qué. Fue solo que me autoengañé para creer que me amarías tanto como yo a ti, pero nuevamente fui engañado por el lúgubre espejismo de esta vida intrascendente. Ahora no me queda sino quitármela y, con ello, sellar definitivamente nuestra triste y abyecta historia. Todo habrá culminado como empezó: nosotros separados por un abismo infranqueable y la melancolía invadiendo cada recoveco de nuestros atormentados corazones. Quizás así estaba escrito desde el inicio de los tiempos, que la tragedia más recalcitrante nos envolvería en sus garras enloquecedoras para vomitarnos en el incuantificable y aterrador vacío cósmico. ¡Ay! Ya no es posible resucitar nuestro fenecido amor, porque ha sido conminado en los rincones más oscuros del infierno; ahí de donde nada ni nadie puede sacarlo, mucho menos fúnebres e insensatos susurros del más allá. Solo me queda lamentarme amargamente el resto de mis patéticos días, padeciendo cada efecto demente de mi trastornado juicio. No queda nada en mí para continuar, ¿por qué debería hacerlo? ¿Qué podría traer consigo el mañana que fuese menos desesperanzador que mi execrable y desolado presente? En verdad, creo que absolutamente nada; nada sino más sufrimiento inmanente para mi espíritu divagante.
*
Lo que siento por ti es algo que ni en todos los eones podría sentir nunca más por nadie. Y, por verte sonreír una vez más, aunque fuese por última vez, podría cambiar todo lo que me queda de vida y morir absolutamente feliz. Después de todo, ¿qué más me queda por vivir después de ti? ¡Nada, lo sé perfectamente! Puede que creas que soy un completo y trágico demente, que lo mío es solo una cruenta obsesión que me tiene atrapado de pies a cabeza. Quizá no te equivocas, quizá he perdido la razón y no la quiero de vuelta. He estado en sombría soledad desde que no estás aquí, desde que tus caricias las depositas en otros cuerpos y tus labios se fusionan con otras bocas… Mas no por ello he dejado de pensarte ni mucho menos de amarte, aunque debería… ¡Ay! No concibo mayor desgracia que haber destruido nuestro mundo con un pestañeo del caos y haber desgarrado nuestro destino con una travesura del azar. No sé si algún día podré finalmente aceptar que no éramos el uno para el otro, que tu mirada y la mía no se devorarán mutuamente hasta el celestial halo de la muerte.
***
Amor Delirante