Capítulo VI (LVA)

Desmetis volvió a reírse y a adoptar su graciosa posición flotando sobre el suelo con las piernas hacia delante y los brazos en la espalda. La misantropía de Mertin y todas sus dudas existenciales parecían cebarlo y hacerlo más real en aquel universo tangente que recién comenzaba a emanar en todo su esplendor. Aquella mortífera y vil criatura provenía de épocas sumamente vetustas donde la parasitación espiritual era algo más que común. Ahora que había despertado y que había tomado consciencia de su posición en el Hipermedik, deseaba más que nunca absorber toda la energía negativa y proclamarse como el orquestador de la entidad hermafrodita que controlaba los destinos con sus hilos infinitos.

–¿Fui yo? ¿Acaso él tiene razón? –se preguntaba Mertin para sus adentros–. Seguro que sí, cuántas veces no quise que todo el mundo se muriera y aún lo quiero. Odio la vida y este mundo donde las personas están ansiosas de fornicar y tener dinero. Es solo que yo quisiera irme lejos, muy lejos con July. Sí, tan solo eso quisiera: poder estar con ella en una mundo lleno de luz y tranquilidad.

De pronto, una voz sacó de sus elucubraciones a Mertin. Se trataba de July, quien ya estaba algo recuperada.

–Espera, Desmetis. Aún hay algo que no entiendo. ¿Cómo es que manipulaste el destino de Mertin y el mío?

–¡Ah, cierto! Ya había olvidado esa parte. Bueno, esta es la última pregunta porque estoy comenzando a aburrirme y tengo mucho qué hacer. Así que abran bien sus oídos, porque este es mi discurso final: cuando conocí a Mertin, él era aún muy pequeño y había sufrido una grave enfermedad, pero eso no era todo, su destino era morir. Así es, ese niño iba a morir. Fue entonces que me llamó demasiado la atención su profunda tristeza y misantropía. Por tal razón, decidí introducirme como un parásito espiritual y fue cuando vi ese otro destino que le esperaba, era increíble. Él, sin duda, iba a ser el elegido para una tarea sumamente especial. Pensé que no podía desaprovechar la oportunidad, así que poco a poco fui modificando ese nuevo destino. Sí, yo te salvé de morir, Mertin. Pero no te sientas mal, seguramente en ese universo paralelo sí te moriste. Lástima, en este tu imagen está aquí y ahora. Fui yo el que hizo que aquella misiva le llegara a tu querido e ingenuo padre. Esa misiva iba dirigida a otro sujeto cuya vida y alma eran tan aburridas, pero que tenía el mismo apellido que tu padre. Así, no fue difícil hacerlo, simplemente tuve que hurgar en su destino y modificarlo. También fui yo quien ocasionó la desaparición de tu abuelo, era muy terco y no cuadraba en el destino que yo quería, así que ocasioné que el semáforo cambiara antes de lo normal, y ¡adiós viejo necio! Sí, y todo porque ustedes 2 tienen almas muy especiales, aunque, lamentablemente, tuve que hacer algunas modificaciones a sus vidas. ¡Ah sí, July! Tu vida era básicamente ideal, hasta que tu padre murió en esa mina que se derrumbó. El lugar era seguro, sí, pero no tanto. Digamos que me las arreglé para que tu padre fuera el último en salir, esa voz que escuchó era de otro universo, y el muy iluso se regresó. Tu madre es un caso perdido, mejor omitamos esa parte. Y tú, aquella voz que te guio ese día a ese lugar prohibido del bosque; bueno, es que necesitaba presentarme. Lo lamento en verdad, ni yo esperaba que perdieras la vista. Pero tampoco sabía que Silliphiaal estaba ahí y que ya era parte de un portal hacia ese lugar endemoniado. En fin, ahora ambos saben la verdad. Solo no me odien, yo lucho por mi felicidad.

–¡Eres un…! ¿Qué demonios eres tú? ¿Es que acaso estás en todas partes y puedes manipular nuestras acciones? –gritó Mertin furioso.

–Eres tan tonto, amiguito. No lo has comprendido todavía. Yo habitaba en ti y solo mi esencia era la que provocaba todo esto, tu tristeza me alimentaba. Digamos que no necesito estar en todas partes ni manipular tus acciones, pero puedo hacer uso de tu destino como me plazca –respondió Desmetis con cinismo.

–Y ¿qué hay del libre albedrío? –inquirió Mertin con la cabeza dando vueltas.

–Una ilusión, una mera ilusión. Solo es momentáneo, solamente aquellos con la suficiente voluntad pueden hacer uso de él. La voluntad de los seres de las dimensiones inferiores sucumbe ante el poder del destino. Esa es la verdad que los humanos no lograrán comprender nunca.

–¿Cómo sabes eso tú? –preguntó July.

–Lo sé porque ese era mi antiguo trabajo. Yo provengo de un lugar que está más allá de su entendimiento, pero no les diré más, el tiempo se agota. Yo vengo de una sociedad completamente diferente, yo vengo de La Sociedad Oscura. Y ahora, despídete de todo Mertin. Y también gracias por todo, no lo habría logrado sin ti –vociferó Desmetis mientras se abalanzaba sobre los jóvenes.

–¡Aléjate, July! –expresó Mertin con una profunda decepción en su rostro–. Yo soy el culpable, mi tristeza es la que ocasionó todo esto. Ya no puedo seguir viviendo así, soy un tonto, nunca valoré lo que algún día podría llegar a tener.

En ese instante, la conciencia divina lloró y todo se convirtió en un estado cósmico. Un estado solamente alcanzado por 2 almas que se atraen con una fuerza desconocida y que han compartido un tiempo y espacio determinado en una infinidad de formas. La dualidad máxima al fin se presentaba e inclinaba aquel universo tangente por unos momentos.

–¡No, Mertin! Tú eres la persona más valiosa que he conocido. En verdad te aprecio mucho, pues tú me salvaste la vida. Y no solo por ese día, desde que te conocí me has devuelto ganas de vivir, tú has hecho que quiera recuperar la vista. Aunque te consideres alguien muy oscuro y triste, para mí no es así, pues tú me iluminas. Sí, tu presencia me tranquiliza y quiero algún día verte. Ese es mi más grande sueño: saber cómo eres.

–July, ¡cuánto lo siento! –se lamentaba Mertin al darse cuenta de que la vida que tanto había odiado ahora la quería más que nunca–. Nunca quise que nada de esto pasara, lo juro. Nunca quise ser tan infeliz, ¡yo no lo entiendo…!

En ese momento, Desmetis se lanzó contra Mertin, pero July se interpuso y, sin más ni menos, besó a Mertin en la boca. Luego, lo abrazó tan fuertemente como pudo. Justamente estaba Desmetis por alcanzarlos cuando surgió una luz. Era azul, pero un azul distinto al de Desmetis. Era un azul inmaculado y vítreo, no era el más claro de todos, pero sí el más puro e intenso. Era un azul extraordinariamente tranquilizante, que hubiera hecho que hasta el ser humano más desdichado o malvado se arrepintiera de sus pecados y sus crímenes. Desmetis pudo contemplar como esas 2 almas se unían y eran envueltas por unas alas de ángel que salían de la espalda de July. Inmediatamente, el pintoresco personaje fue rebotado y marginado. Era como si hubiese chocado con un muro, contra una muralla impenetrable formada por el sentimiento más puro y sincero. ¿Era amor aquello? Nadie lo sabía, pero, si no era amor, al menos era el sentimiento más cálido, inefable y poderoso que alguna vez haya existido en las dimensiones inferiores.

–¿Qué demonios significa esto? ¿Qué está pasando? ¿Por qué no puedo irrumpir esa barrera? ¿Es que acaso el poder con que sus almas se atraen es mayor que el mío? –se cuestionaba Desmetis–. No, eso es imposible, ¡maldita sea! Se supone que yo controlo el destino y, aun así, mi poder no surge efecto.

–Pero ¿qué es esto, July? Me siento como si estuviera flotando y en otro mundo. Esta esfera de luz brilla con un azul que nunca había visto y nos protege a ambos. Pero parece que tú la creaste, siento como si unas alas tersas y sutiles nos envolvieran. Puedo sentir una tranquilidad incomparable, ¿es esto lo que se encuentra en tu alma? –expresaba Mertin, maravillado ante las sensaciones tan cálidas que lo envolvían.

Desmetis estaba conmocionado y no podía creer lo que estaba ocurriendo. Así que simplemente soltó unas cuantas carcajadas y corrió hacia la niña que había guiado a July y Mertin, la cual había permanecido inmóvil, incluso sin vida. Mertin y July lo miraban desde la esfera de azul puro formada por las alas de July.

–¿Qué es lo que vas a hacer ahora, maldito? Ya basta de tus juegos, no tienes nada más que hacer, solo desaparece –vociferó Mertin.

–Eso es lo que tú crees, amiguito. La verdad es que esto solo acaba de comenzar, los llevaré a un universo de donde jamás volverán, a un mundo lleno de tristeza y soledad, a un mundo sin esperanza. Los llevaré al mundo interior de Mertin y, una vez ahí, me encargaré de que todo salga como lo quiero, porque ¡yo nunca pierdo! Además, ¡no puedo permitir que Silliphiaal despierte por completo!

–¿Quién o qué rayos es Silliphiaal? No entiendo nada de lo que hablas –replicó Mertin.

En ese preciso instante, los ojos de Desmetis se encendieron y unas alas del mismo tono necroazul salieron de su espalda. Eran como las alas de una mariposa, pero estaban carcomidas y escurría mierda por ellas. Además, las Belz entraban y salían a placer de todo su cuerpo. Sí, esas execrables y amorfas sombras traviesas parecían habitar dentro de aquel pintoresco ser. Entonces Desmetis aleteó y una tonalidad necroazul impregnó el ambiente. Luego, se desternilló otra vez y tomó a la niña de los cabellos. Cogió la chotacabras muerta que llevaba y, con firmeza, la metió por la vagina de esta. Acto seguido, comenzó a masturbarla con su mano cubierta de ese guante blanco con puntos negros.

–Ahora sí, ¡grita, por favor, ramera! Tu energía me ayudará a abrir el portal. Esta niña tenía un destino increíble como médium, su talento era natural, pero ahora he destruido ese destino porque su energía me ayudará. Esta niña se suponía que sería la hermana de July, pero su madre la abortó a los 15 años. Sin embargo, con el poder que tengo, he conseguido revivir su alma en este universo tangente.

Desmetis seguía con aquel sacrilegio al tiempo que la niña gritaba y de su boca salían Belz. Era como si, de algún modo, pudiera utilizar a la niña para dar nacimiento a esas horribles sombras, las cuales se acumulaban en las alas de Desmetis. July estaba patidifusa y con la mirada ida. Jamás había considerado que su madre hubiese abortado, aunque podía ya esperar cualquier cosa de ella.

–¿Qué demonios estás haciendo? ¡Eres un miserable! ¿Cómo puedes usar así a esa niña? –exclamó Mertin lleno de horror.

–Muy bien, amiguitos, digan adiós a su realidad, porque ahora nos vamos a ese universo que tú creaste, Mertin. Eres tan amable conmigo, no sé cómo podré pagártelo. Nos veremos allá, hasta pronto…

July y Mertin contemplaron, aterrados, cómo una enorme explosión se producía y la realidad parecía romperse. Miles de partículas explotaban y una silueta necroazul se elevó con unas alas llenas de sombras, bramó y desapareció. Era un espectáculo sin nombre, era realmente escalofriante. Los 2 locos enamorados pudieron sentir cómo su cuerpo se desprendía del universo en que habitaban, cómo la realidad se tornaba aún más impostora y banal. Sus almas vibraban como nunca y, de un instante a otro, se vieron a sí mismos como superalmas, como seres sin principio ni fin. Lo que no sabían era que estaban viajando por el Hipermedik una gran velocidad. Atisbaron una ingente cantidad de planetas, razas, galaxias, universos y demás. Todo se mezclaba y convergía hacia una entidad que era luz y sombra a la vez, bien y mal, blanco y negro, odio y amor, crueldad y bondad, destrucción y tranquilidad, mujer y hombre, ser y no ser, trivialidad y existencia, muerte y vida. Aquello era la máxima dualidad de todo el Hipermedik, era algo incognoscible para el ser humano, tan limitado y estulto en su concepción de la materia.

Mertin pudo entonces observar cómo el tiempo era una ilusión y se distorsionaba. Era inmedible, había relojes cósmicos que chocaban entre sí, la muerte y la vida estaban entrelazadas y el karma franqueaba todo ese escenario. Lo único que los protegía era esa esfera azul de energía que emanaba de July. Súbitamente, perdieron la conciencia y despertaron para enfrentarse a un universo diferente, hostil y triste. Un universo paralelo salido de la propia melancolía de un ser como Mertin. Si alguna vez la tristeza se pudiese materializar, entonces esta sería su máxima expresión. Los 2 tontos habían abandonado su universo de origen, se hallaban tan lejos de su miserable realidad. Se consolaban el uno al otro, pues probablemente nunca volverían a ver el mundo humano.

–¿Dónde estamos, Mertin? La esfera de luz ha desaparecido y ahora estoy tremendamente confundida.

–No lo sé, July. Lo último que recuerdo es que ese sujeto hizo algo muy desagradable y extraño. Según él, estamos en otro universo, uno tangente al nuestro. Estoy seguro de que todo lo que vimos no fue un sueño, se sintió tan real.

–También yo lo sentí así, pero estoy atemorizada hasta el último hueso. Quiero ir a casa, Mertin, por favor.

July rompió en llanto y Mertin corrió a tranquilizarla. No había nada más en cualquier universo que pudiera amar que no fuera la dulzura de aquella jovencita ciega.

–Te prometo que estarás bien, solo debemos averiguar cómo salir de aquí. Este lugar es tan deprimente, nunca creí que podría experimentar algo así. Caminemos un poco para ver qué encontramos, con suerte hallaremos alguna pista.

July y Mertin estaban merodeando el deprimente y sombrío lugar cuando, a lo lejos, Mertin pudo atisbar cómo el cielo se tornaba rojo y eso le pareció peculiarmente extraño, pero más extraño fue todavía cuando, al mirar arriba, descubrió que nada había sobre él. Así es, era una sensación increíblemente opresora. No había sol alguno ni materia ni espíritu, solo la vil nada. Mertin resolvió no decir nada de eso a July y prosiguieron su caminata.

–Deberíamos ir allá –dijo Mertin–, confiando en que podría encontrar a alguien que le proporcionara información alguna. Ven July, sujeta mi mano, estaremos bien.

–Pero Mertin, no sé qué pasará y ese tal Desmetis no sé de qué sea capaz. No quiero que nada malo te ocurra, pues yo…

–Tranquila, nada malo pasará. Juro que, pase lo que pase, estarás bien, y yo nunca rompo mis juramentos.

Finalmente, los locos enamorados llegaban a esa extraña villa que parecía estar envuelta en un cielo rojo, infernal y espumoso. En la entrada decía algo así: si un día el pasado existió, fue porque así de fútil fue. Aquello que yace en ningún lugar es lo que nunca fue algo, y enterrado bajo la sombra de la imaginación se quedará. Mertin leyó varias veces el mensaje para July.

–Ese sí que es un mensaje oscuro y deprimente. Hay gente que lo único que tiene son recuerdos de hermosos momentos –formuló July.

–¿Quién pondría este mensaje aquí? Es peyorativo y sin sentido.

–Bueno, no nos queda de otra más que entrar aquí, aunque huele terriblemente mal.

Justamente estaban por entrar a la villa cuando sintieron cómo una presencia los detenía.

–¡Esperen, por favor! No estarán pensando en entrar ahí, verdad. Hacía tanto tiempo que no venían foráneos por aquí –exclamó un niño con la ropa mugrosa, enjuto y demacrado. Su color de piel era entre rojo y amarillo, sus ojos estaban vacíos, su cabello era blanco y tenía ambos brazos amputados; en su lugar, llevaba 2 crucifijos negros que estaban encarnados en su piel.

July se desmayó al instante y Mertin quedó boquiabierto. No sabía qué hacer ante aquel extraño y deforme niño.

–Tranquilo, sé que mi apariencia no es la mejor, pero no tienen nada que temer. Yo llegué aquí hace un… Fui un experimento de una constelación lejana en la región Minutfga. Llegué aquí por fluctuaciones en el viaje a través del Hipermedik. Sí, las dimensiones altas, pero eso no importa, Mejor díganme, ¿qué hacen ustedes aquí?

–Mira niño, no es por ser grosero, pero cuidaré de ella. No sé qué diablos es todo esto, yo solo quiero largarme de aquí.

–Entonces ¿no sabes cómo llegaron aquí? Yo tenía la esperanza de que ustedes me dijeran dónde estaba la salida. ¡Qué remedio! En fin, si quieren, puedo guiarlos con Dios. Él es muy obsequioso y afable, seguramente los bañará en tristeza y podrán vivir felizmente tristes o tristemente felices, da igual.

–¿Qué dices? Te volviste loco de remate, niño. No entiendo nada de lo que pasa aquí. Mejor lárgate antes de que…

El niño hizo lo que parecía como una señal de despedida con uno de los crucifijos, y estaba a punto de irse cuando sintió cómo una mano cálida y suave lo detenía.

–Guíanos, por favor. Te lo suplico –dijo July, todavía en un estado de mareo.

–July, tranquila. No debes esforzarte en demasía, aún estás débil. Además, este niño quién sabe qué quiera o quién sea. Ni siquiera se ha presentado, podría ser otro de los trucos de Desmetis.

–¡No, Mertin! Estoy segura de que no. Realmente siento que podemos confiar en él, a pesar de que es tan raro.

–Muchas gracias por eso –contestó el niño–, y lo siento por no haberme presentado antes. Mi nombre es Abdeko, conozco bien este espacio, pues quedé atrapado aquí. He estado aquí hace un largo…

–Un largo tiempo, ¿no es así? –interrumpió Mertin, algo confundido.

–¿Tiempo? ¿Qué es tiempo? No conozco algo así.

–¿Qué dices? ¿No conoces el tiempo? ¿Los relojes? ¿El pasado, presente y futuro?

–No sé a qué te refieras. En las dimensiones altas nunca he escuchado algo así.

–¡Rayos! Creo que tenemos una cantidad tremendamente grande de cosas por platicar. También me parece muy extraño que nos puedas entender.

–Tranquilo. Tú fuiste quién me corrió, no lo olvides –parloteó el niño–. Los seres de las dimensiones superiores podemos entender a los de las dimensiones inferiores, está escrito en el tratado multidimensional. Bueno, eso decía mi abuelo.

–Mertin, deja de hacerle tantas preguntas a Abdeko, lo vas a asustar –dijo July, dándole un ligero golpe a Mertin en donde sentía que estaba su cabeza.

Mertin se puso extremadamente nervioso y se puso muy sonrojado. July rio y, en ese mismo instante, Abdeko sintió una sensación que jamás en su vida había sentido antes. Pudo ver entonces como una de las rosas que estaban pisoteadas y marchitadas de pronto recobró su color y ahora estaba firme y reluciente.

–¿Qué es? ¿Qué demonios es eso? ¡Miren ahí! Hay algo nuevo, es brillante y huele bien –recitó Abdeko, mientras olisqueaba la rosa roja que había renacido.

–Es solo una rosa, no tiene nada de especial –exclamó Mertin, incorporándose completamente, ya que había estado inclinado con July.

–Claro que tiene mucho de especial. Puedo sentir una gran calidez y algo inexplicable. Aquí jamás pasan este tipo de cosas, ¡es magia!

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Libro: Los Vínculos del Alma


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