Las personas hablan muchas tonterías y se aferran a estúpidas creencias todo el tiempo, pero, cuando se trata de actuar, sus ridículas vidas no son sino todo lo contrario a lo que predican con tanto fervor, pues, en el fondo, aman hacer aquello que tanto condenan en otros.
*
Festejar un cumpleaños es una gran tontería, pues es solo un recordatorio de haber existido absurdamente un año más en esta miserable realidad; aunque, por otro lado, tal vez sí deba festejarse, pues ya nos encontramos un año más cerca de nuestra indispensable muerte.
*
El aroma de la extinción me deleita con sus excesivas cualidades, mientras que el de la existencia me asquea con sus superfluas necesidades.
*
La temporada de suicidios está aquí y, con ella, lo sé bien, se evaporarán mis últimos anhelos de permanecer aquí. Todo ha sido un desperdicio hasta ahora y no tiene ningún caso seguir adelante. No me importa conocer a nadie ni tampoco que me conozca nadie. No me interesa viajar, leer, estudiar, trabajar, casarme, formar una familia, establecer vínculos ni ninguna otra estupidez con la que la gente común y corriente suele autoengañarse todo el tiempo. Lo único que quiero es saborear de una vez por todas el sublime encanto suicida y no volver a saber nunca más de este mundo infame ni de sus odiosos y blasfemos habitantes.
*
El ladrido de los perros era lo único que escuchaba en la lejanía mientras mi sangre escurría de mi garganta rajada, y en verdad ya todo daba igual en aquellos momentos de última devastación. En breve, habría cumplido mi cometido: extirparme de esta anómala realidad por la eternidad.
*
¿Qué más podríamos ser nosotros los humanos sino simples parásitos de un mundo cada vez más deteriorado por nuestra maldita ambición, recalcitrante egoísmo y absurda sed de poder? Quizá ni siquiera lleguemos a eso, no lo sé. Pero, sin duda alguna, lo que sí sé es que lo mejor sería que la humanidad nunca hubiese existido.
***
Catarsis de Destrucción
