Esos momentos donde aún tenía ganas de hacer algo se han desvanecido para jamás volver, ahora lo único que añoro con todo mi ser es la inexistencia absoluta.
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Ojalá que cuando muera no reencarne ni vuelva a tener consciencia de ser yo, pues ya suficiente he tenido con soportarme todo este tiempo donde he fingido que vivo.
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El holograma tiene algunos defectos y el mayor de ellos parece ser el amor, pero no el humano, sino el amor puro; ese que dura menos que un suspiro y que no tiene nada que ver con el contacto sexual, ese que trastorna el alma y evoca a la muerte.
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La pseudorealidad es muy fuerte, creo sinceramente que nadie puede darle la contra ni escapar de ella por completo, pues siempre sabe nuestros mayores miedos y defectos.
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Y, al final, ni siquiera el amor es tan sagrado como el suicidio; no para un loco pesimista sin anhelos de existir.
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Catarsis de Destrucción
