El ser existe lamentablemente, pero su papel en la existencia es el del bufón. No podría ser de otro modo, ciertamente. Basta una sincera introspección y una no muy prolongada contemplación a la sociedad para saber que el ser no desempeña un papel importante en el tragicómico teatro de la vida.
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Buscamos con frecuencia cualquier tontería que nos haga soportable la vida, pero esa es precisamente la mayor tontería que cometemos sin reflexionarlo: vivir. ¿Por qué? ¿Por qué somos tan necios, ridículos y tontos? ¿Por qué nos aferramos a la pseudorealidad con tanta ferocidad cuando precisamente con la misma intensidad nos destruye a cada instante?
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¿Cómo podría intentar estar bien si el único bienestar posible para mí es tan solo la muerte? Sí, ya solo el encanto suicida podría conferirme un ápice de felicidad, plenitud y sempiterna iluminación. Nadie, lo sé, podría jamás comprender esto; pues todos estaban ciegos y eran víctimas/victimarios irremediables de un sistema de putrefacción mental y emocional como la pseudorealidad en la que por desgracia existíamos. Pero eso no implicaba que ellos estuvieran en lo cierto, sino que, para mí, significaba totalmente lo opuesto: todos ellos eran seres absurdos, brutalmente adoctrinados y tristemente vivos.
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Y tal vez solo en la muerte podría empezar a buscar razones para vivir, aunque seguramente ya no servirían de nada, tal y como ahora en la vida. Sin embargo, aunque suene a locura, debo admitir que todas mis esperanzas están depositadas en la muerte, ya que en la vida no encuentro sino abundante desesperanza e infernal hastío.
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Las supuestas cosas buenas de la vida son muy pocas y duran tan poco que, en realidad, es como si no existieran. Y, evidentemente, no sirven para compensar todo el amasijo de sufrimiento, aburrimiento y miseria que imperan en la vida. Entonces, siendo así, cabe preguntarse: ¿por qué o para qué seguimos en ella? ¿Basándonos en qué es que asumimos que algún día todo será mejor y no peor? Nuestro ridículo optimismo es, quizás, el mayor impedimento para atisbar la realidad y sus abyectas estratagemas de manipulación y contaminación espiritual.
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Desasosiego Existencial