Suicidios muchos, y de todos sabores y colores… Pero suicidios sublimes que hayan experimentado plenamente la desesperación de existir antes de matarse muy pocos; acaso ninguno, aún…
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Requería desesperadamente ser olvidado por el mundo y todas sus mentiras. Tal vez así olvidaría yo también que en alguna ocasión a él estuve tan miserablemente ligado y ante él fui tan susceptible en mi terrenal y patética existencia.
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El ser es una criatura tan nefanda que toda su miseria existencial llega, paradójicamente, a confundirla con felicidad. No puede haber un absurdo mayor, y desde luego que aquel que se presuma feliz es tan solo un fiel esclavo de su propia ignorancia.
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El único bien que podría hacerle la humanidad a este planeta sería, irónicamente, propiciar su propia extinción.
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Solo los seres más patéticos sienten tal afecto por la vida y se aferran a ella con inaudita desesperación, pues la falsedad es su símbolo. No obstante, aquellos que logran despojarse de ese absurdo apego humano son los que en la muerte hallan la auténtica redención. No importa ya si hay o no algo después de la vida, lo único que importa es lograr desprenderse de ella y todas sus ominosas ilusiones.
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El Halo de la Desesperación
