Incertidumbre

¿No te preguntas por qué has tenido que vivir de esa forma? ¿Por qué desde que naciste se te ha inculcado todo? El hecho de ir a una escuela y estudiar solo lo que otros han querido que aprendas, de seguir cierta ideología religiosa, social, económica, política o moral; en resumen, de seguir un camino predeterminado ajeno a la sublimidad de la consciencia, ¿no parece carente de sentido? El problema es que te limitan sobremanera y tú lo aceptas a cambio de la basura infernal que te es encasquetada en la mente como si fuese lo mejor que existiera. Desde que naces todo es una porquería, no hay libertad ni elección intrínseca; y, cuando te das cuenta, ya estás demasiado jodido por lo que la pseudorealidad ha implantado en ti para aparentar vivir en ella tan dócilmente como lo hace el absurdo rebaño al que adoras pertenecer.

Es ridículo, ningún humano tendría que pasar su vida trabajando para sobrevivir, realizando actividades con tal de obtener algo tan fútil como un puño de billetes a los cuáles se les ha dado el poder de dominar tu vida. ¿No puedes vislumbrar que la naturaleza da todo siempre y cuando se le cuide y se le aprecie como la verdadera madre y la auténtica deidad? ¡Cómo me jode este decadente sistema al que estás tan apegado, mismo que requieres para sentirte feliz y realizado! ¡Cómo desprecio la banalidad que te gobierna y ante la cual no buscas escape, ante la que tan estúpidamente te has doblegado! ¿Cómo sabes que eres real y que lo que te rodea lo es? Me sorprende percibir que ni siquiera cuestionas la posibilidad de que hayas sido obligado a vivir, ni si esto es realmente lo que consideras como vida, o tan solo una mentira en la que has creído desde tu llegada. Pero es, quizá, natural que tu mente esté vacía y que ya no consigas cuestionarte nada.

Pues las personas como nosotros lucen conformes con esta miseria donde ser ignorante es sinónimo de ser feliz, y donde desean cada vez más de aquello mismo que las destruye y las envilece. He perdido la fe en la humanidad y en un verdadero despertar, de verdad, ¿tú no? Antes pensaba que quería conocer a un humano que no fuera como el resto, que mantuviera un poco de esa divinidad que difícilmente permanece intacta en este cementerio de sueños, pero descubrí que era imposible, que este plano es solo habitado por seres como nosotros, esclavos de todo lo que ha denigrado la verdad y la virtud. Es una estupidez que incluso desde que naces se te diga cómo tienes que vivir, lo que debes buscar y considerar valioso, y que lo aceptes con tan sórdida facilidad. Me entristece mirarte ahí, con los ojos pegados a esa televisión, adorando personas que nunca conocerás, entreteniéndote con la basura que seres perversos para ti han ideado, añorando lo más ínfimo y asqueroso: dinero, sexo, materialismo, placeres mundanos y un lugar en el cielo que otros te han vendido para mantenerte cegado.

Pero en el fondo existe una corrupción que maneja todos los males de este mundo, a la que le conviene que existan miseria, pobreza, enfermedades, injusticias, esclavitud, guerras, drogas y cualquier podredumbre por el estilo, tan poderosa que maneja todas las religiones, gobiernos, corporaciones, diversiones y formas de poder que vierten el vómito del cual te atisbo alimentándote, siendo tan infame y humano como para aceptar todo lo que ha de contaminar tu cuerpo, mente y alma. Estoy en contra de todo lo que te limita y te destruye, y ante lo cual has elegido postrarte y adorar, aunque, en la oquedad menos difunta de tu espíritu, sabes que te has engañado. Por eso intento este cambio digno solo de un alienado, para buscar los fragmentos de eso que en ti se ha fracturado, para sugerirte una búsqueda de la incertidumbre que te acerque al significado sublime de lo que significa lo más elevado. ¿Sigues todavía pensando que no tienes nada que cambiar o que lamentar en la existencia que has llevado?

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Libro: Repugnancia Inmanente


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