Así como ningún gobierno o religión es adecuada, pues todos son únicamente títeres de poderes ocultos, ningún sistema económico-social resulta conveniente en el fondo. Socialismo, capitalismo o comunismo no son sino diversas máscaras de esta pútrida y repugnante pseudorealidad en la que creemos tan ilusamente ser libres. El nombre es lo que cambia, pero los resultados han sido y seguirán siendo horripilantes. La única libertad, según veo, se alcanzará únicamente mediante el suicidio sublime que habrá de conducirnos majestuosamente a la inexistencia absoluta. Mientras no aceptemos nuestra desaparición con toda tranquilidad y beneplácito, estaremos conminados a diversos mecanismos de tortura existencial y de inmanente sufrimiento.
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¿Acaso se ha conseguido eliminar el hambre, la pobreza, la explotación, la trata de personas, los asesinatos, el narcotráfico o las violaciones? ¿De algo han servido estos sistemas impuestos por las élites para regir sobre la gran mayoría de ovejas? ¿No sería sensato que despertásemos por completo de una buena vez y nos percatásemos de que nos quieren mantener dominados a como dé lugar? Quizás esto sea ir demasiado lejos, pues el ser humano por sí mismo se ha hundido en un pozo de miseria y sinsentido del que ya nada ni nadie podrá salvarlo; mucho menos un dios invisible o indiferente.
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Hasta que no se luche por una auténtica libertad y por un mundo sin religiones, gobiernos, bancos, corporaciones ni élites que busquen enriquecerse a costa de cualquier cosa, jamás se podrá decir contundentemente que se ha evolucionado como especie. Lo más triste es que seguramente tal momento jamás llegará y la humanidad continuará su camino hacia la más infausta putrefacción. Tal vez yo esté equivocado, aunque no lo creo. ¡Al diablo con todas estas sombrías especulaciones! ¡Mejor será que me vuele los sesos ahora mismo! Aquí ya nada tengo que hacer y no me interesa experimentar nada más.
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Sé que somos cada vez más los que despertamos, los que nos oponemos a que las élites y sectas que controlan este mundo mediante los gobiernos, las corporaciones, los bancos y las religiones se fortalezcan. Constantemente somos atacados por aquellos a quienes intentamos despertar, pero seguimos firmes. El camino hacia la sublime iluminación y la concepción suprema no es fácil, mas no estamos solos; tenemos la verdad de nuestro lado y eso es algo que nada ni nadie podrá arrebatarnos jamás. ¡Qué más da si somos una minoría de uno, eso no cambia las cosas! Todos los demás pueden pensar diferente y, aun así, estar terriblemente equivocados.
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Pareciera que somos pocos, que nuestra voz no es escuchada, que pueden desaparecernos cuando se les antoje. Sin embargo, tenemos algo que ellos no tienen, algo aún más poderoso que el dinero, la manipulación, el miedo, el materialismo y la avaricia. Tenemos lo único que permanecerá cuando finalmente los funestos y asquerosos muros de esta ficticia realidad se hayan derrumbado: nuestra muerte y su sempiterna belleza.
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La Execrable Esencia Humana
