No me interesa seguir vivo, pues ahora tan solo quiero morir por ti. De la manera que sea y las veces que sea en cualquier mundo o dimensión. En todas mis reencarnaciones quiero volver a morir por ti, incluso si para ti soy solo un pobre tonto. Estoy loco, dirá la mayoría; mas lo que ellos digan me importa un bledo. Yo solo quiero quitarme todas mis vidas, especialmente esta, pero por ti. Sé que nada bastaría para compensarlo, para remediar todos los males que represento en la existencia, pero te juro que me colgaría por ti sin pensarlo dos veces. Pues tú eres lo único bueno en mi vida, la única cosa que me mantiene en ella y la única que quiero que me aleje de ella. Eres esa exquisita poesía que jamás podría escribir en ningún libro, esa delirante pintura que jamás podría plasmar en ningún lienzo, esa inefable melodía que jamás podría reproducir en ningún instrumento. Y todo lo que quiero es perder el aliento mientras en tu nombre me desangro o me cuelgo.
Tú eres la única persona por la que me mataría un millón de veces seguidas, por la que lo perdería todo. Incluso si fuera el perdedor más grande de este mundo, buscaría la manera de ganar algo para perderlo por ti. Pues por uno solo de tus besos yo podría destruir el firmamento y luego reconstruirlo en este preciso momento. No son estos versos suficientes para expresarte el incuantificable torbellino de controvertidos sentimientos que refulgen en mi alma suicida por ti. Los dolores que pueda padecer en el proceso me parecen insignificantes en comparación con el divino obsequio que te otorgaría matándome por ti. No sé si lo sepas o si te importe, pero estoy dispuesto a ello en cuanto me lo pidas. Solo espero ese instante de máximo delite para tomar la navaja y verter cada gota de mi sangre en tu boca hasta perder la razón por siempre. Y puede que sea la navidad de este diciembre la fecha adecuada para tal acto, para regocijarte con mi muerte.
Cada átomo de mi ser me pide que jale el gatillo o que desvíe el auto hacia el vacío. Y sonrío ante tales sentencias, ya que nada me haría más feliz que matarme por ti. ¡Solo pídemelo, por dios! No necesitas ni siquiera estar presente, pues en mi mente te llevo siempre. Aunque, ciertamente, me encantaría que encontraras mi cadáver y lo abrazaras por última vez antes de descomponerse. Estoy perdiendo la cordura, eso dicen mis conocidos. Pero ellos no entienden esta extraña obsesión de querer desangrarme para tu adoración, de querer remediar con mi sangre las grietas de tu melancólico corazón. Maldigo cada momento que sigo vivo, cada respiro que aún doy, cada paso que todavía camino sin sentido. ¡Maldición! ¡Cómo quisiera ahora mismo estar debajo de ese camión o flotando en aquel lago! Pero no, permanezco en esta existencia absurda cuando lo que más añoro es morir por tu amor. Matarme por ti es lo que me mantiene vivo, ¿lo sabes? Sí, ese sincero deseo de aparecer en tu casa con una escopeta y, frente a ti y para ti, volarme sin más la cabeza.
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Caótico Enloquecer