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Obsesión Homicida 24

Quien es infiel hace algo más allá del bien y del mal, algo más allá del pecado y del amor. Se acepta a sí mismo como humano y acepta su condición natural, ni más ni menos. La infidelidad no es opuesta, como nos han hecho creer todo este tiempo, al amor; por el contrario, lo complementa perfectamente.

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Hay tantas cosas en esta sociedad hipócrita y nauseabunda que se enseñan como inadecuadas, que aquellas realmente malvadas pasan desapercibidas y frecuentemente terminan siendo enseñadas como deseables para ser bueno y percibir la supuesta verdad. El mundo está al revés y nada puede ya remediarlo; lo mejor es matarse, así nos libramos de todo de una vez y para siempre.

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No hay mejor madre que aquella que promueve el incesto desde temprana edad, pues así su hijo crecerá sin ninguno de los absurdos atavismos de esta sociedad. Y no existe mejor hijo que aquel que en lo más profundo de su corazón añora apuñalar a su padre y violar a su madre. Es esa la esencia del obsesivo homicida que, con el paso del tiempo, habrá de reconquistar el paraíso que la creación misma le ha negado.

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Ser infiel después de haberse casado es la manera más sana de fortalecer el amor de pareja. De otro modo, se corre el gran riesgo de que todo se disuelva en pocos meses. El amor humano es una tontería, un juego de niños que no puede aplicar en el mundo de los adultos. No comprendo por qué tantos imbéciles continúan aferrándose desesperadamente a algo que nunca ha existido ni lo hará, pero permitámosles a estos maestros del autoengaño morir tal como han nacido y vivido: en la mentira.

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Si se quiere demostrar un mayor amor hacia el ser amado, es conveniente presentarle a aquellos que sirvan a la infidelidad y que inflamen las pasiones fuera de la ridícula concepción de la monogamia. Está de sobra decir que los hijos deben convivir con los y las amantes de sus padres sin ningún tipo de restricción, pues solo así se puede rescatar un poco de ese anómalo vínculo llamado por los ignorantes amor.

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Finalmente, de ser posible, tanto el hombre como la mujer deben buscar ellos mismos amantes para su pareja con el fin de acercarse lo más posible a la satisfacción conyugal, ya que, entre más infidelidad exista en un matrimonio, más felicidad se respirará. Esa es la inevitable ley que no se quiere aceptar actualmente, pero que tarde o temprano termina por asumirse. Al fin al cabo, ¿qué es el amor sino el rey de todos los espejismos y el corazón de todos nuestros dolores?

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