Quien es infiel hace algo más allá del bien y del mal, algo más allá del pecado y del amor. Se acepta a sí mismo como humano y acepta su condición natural.
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Hay tantas cosas en esta sociedad hipócrita que se enseñan como inadecuadas, que aquellas realmente malvadas pasan desapercibidas y frecuentemente terminan siendo enseñadas como deseables para ser bueno y percibir la supuesta verdad.
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No hay mejor madre que aquella que promueve el incesto desde temprana edad, pues así su hijo crecerá sin ninguno de los atavismos absurdos de esta sociedad.
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Ser infiel después de haberse casado es la manera más sana de fortalecer el amor de pareja.
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Es más, si se quiere demostrar un mayor amor hacia el ser amado, es conveniente presentarle a aquellos que sirven a la infidelidad y que inflaman las pasiones fuera del hogar. Está de sobra decir que los hijos deben convivir con los y las amantes de sus padres sin ningún tipo de restricción.
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Finalmente, de ser posible, tanto el hombre como la mujer deben buscar ellos mismos amantes para su pareja con el fin de acercarse lo más posible a la satisfacción conyugal, pues, entre más infidelidad exista en un matrimonio, más felicidad se respirará.
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Libro: Obsesión Homicida