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Romántico Trastorno 24

Ya no puedo más, creo que este es el límite de todas mis fuerzas. Es ahora cuando vendrá la tristeza para terminar de devorarme y, con ello, entregarme, cual vil recluso existencial, a la muerte de mi último suspiro. La sangre derramada habrá de purificar la irrelevancia de mi vida y mi alma putrefacta habrá de esfumarse para siempre en la nada.

*

Se apagó el último resplandor de mi contrita alma, ya no puedo soportar por más tiempo la infame falacia de la vida. Y mi garganta cruje mientras la sangre chorrea los grisáceos muros de esta pestilente habitación. Allá afuera todo sigue igual: absurdo y miserable. Pero aquí dentro, en este deprimente recinto, yace ahora mi cuerpo frío y endurecido, pues al fin he conseguido mi más añorado sueño: abandonar esta funesta realidad y no ser más yo.

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Pasa que incluso uno se aburre demasiado pronto de existir y se asquea del mundo y sus irrelevantes habitantes demasiado rápido. Pero, al llegar a tal punto, también corremos el riesgo de sufrir y agonizar sin sentido durante muchos años hasta nuestra tragicómica muerte, pues pareciera que quitarse la vida es, paradójicamente, todavía más difícil que seguir existiendo tan absurda y tristemente.

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El lúgubre aullido me despertó, casi no podía creerlo. No sabía por qué, pero había corrido como un demente rumbo al cementerio y había intentado desenterrar tu cadáver otra vez… Y sí, no lo voy a negar: quería ver una vez más tu rostro, ¡ese precioso y blanquecino rostro! Pues eso, esperaba vanamente, me daría el valor para esta noche, al fin, su1c1d4rme con la esperanza de volver a verte en ese supuesto más allá del que tanto se especula. Pero vuelvo a fallar, vuelvo a ser débil, vuelvo a mi triste habitación, vuelvo a mi miserable vida sin ti…

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Volvería a ti las veces que fuesen necesarias, sin importar dónde estuvieras; te buscaría en cualquier realidad, sin importar cuán lejos estuvieses. Pero no puede existir una historia donde seamos felices juntos, donde el vacío entre los dos sea menos inmenso. No conservo de ti nada más que un triste recuerdo de lo que fue nuestro trágico desamor; tan sumamente intenso y delirante, pero, al fin y al cabo, imposible.

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