El acto de suicidarse no es para nada algo cobarde, no es un escape ni tampoco una salida fácil. Suicidarse reflexivamente tan solo es la consecuencia natural de la desesperación que causa esta existencia infernal en este infierno terrenal.
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Entonces me alejé de todos y de todo por mi propio bienestar, porque sentía que, si pasaba más tiempo rodeado de esos seres que solo ambicionaban sexo, dinero y materialismo, lo único que querría sería morir ya.
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Ese estado crítico en donde ya la existencia no es soportable es un buen indicador de que el suicidio empieza a merodear nuestro ser y a embriagar nuestro espíritu con su sublime esencia.
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Gracias al cielo que aún existe el suicidio, pues si no, ¿qué sería de mí entonces? Quizá solamente un alineado encerrado en un manicomio padeciendo el hartazgo existencial extremo y la desesperación de existir en su máximo punto.
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Realmente nunca tuve deseos de existir, pues siempre me sentí agobiado y obligado a permanecer en este mundo vil. Por eso hoy, mientras plasmo mis últimos pensamientos, sonrío como nunca en toda mi vida, pues sonrío con la inefable sonrisa de la muerte.
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Romántico Trastorno