Tortura Definitiva

Formulaba la insania en que me revolcaba cuando masturbaba mi mente

Expulsaba incontables pedazos de una pestilente expresión desgastada

¿A dónde voy? ¿Qué rayos pasa conmigo que me he perdido en el ruido?

Semejantes voliciones acarreaban consecuencias que no abrazaba

Destructivas temporadas sucedieron a la maldita cirugía inservible

Si hubiese una forma de volver a conservar la frescura de mi pensamiento

Torturas sin sentido y pasiones cuyas reminiscencias lastiman mi dolor

Recuerdo con alegría el calor que sentía cuando en el infierno me aturdía

La alienación vino al desprenderme del vínculo mortal que me ofendió

Fue un oprobio asqueroso el saberme vivo y despertar para morir

Por un instante quería mostrarme naturalmente putrefacto y carcomido

En el interior no existía sino la falsedad del dios al que maté estando moribundo

Revoloteaba para no caer en la fosa que emanaba aquel sutil placer

Podía oler los relatos de los infames mártires cuyas llagas no olvido

Eternos tormentos perseguían el etéreo y beatífico poder para amar

Terminé odiando lo que era y lo que sería hasta el día del fétido amanecer

Insensatas alimañas mascaban los recovecos donde mi sangre fluía

Monos salpicaban el interior que a cada paso la existencia derramaba

Los agobiantes y fétidos capullos desparramaban las ideas opuestas

Hacia un sitio inexpresable que arropaba la esperanza del infierno

¿Acaso era este el ocaso donde se apoderaban de mí la locura y la ira?

Tal vez la fuente de ironía con que atisbaba los desnudos ángeles sublimes

El caso era que no sentía ser yo quien vomitaba aquellos versos afines

Pero apreciaba los colores infinitos en las pinturas que ella salpicaba de finura

Execrables criaturas montando alabanzas para encadenar mis sensaciones

Curándose de la fiebre mundial estaba el terrenal aullido del universo sin fin

Enredadas las brechas se parapetaban entre augustas expresiones palpitantes

Álgidos suicidios se perpetuaban para evitarme el regreso a la putrefacción

No obstante, fueron insistentes esos artefactos que desgarraban mis ojos

Exprimían sangre de mis muñecas y el dolor era mi mayor felicidad

Necesitaba sentir más angustia y enfermarme de la eternidad para matarme

Desconocía la rancia absurdidad que dio vida en castigo a este muerto errante

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Libro: Irrefrenable Tristeza


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