El corazón dejó de latir en el desconcierto del amante lacerado y decepcionado
Todas sus vanas ilusiones cayeron de golpe, cual viles y torvos engaños consumados
Saber desde cuándo y cómo ya no importaba, tan solo interesaba el porqué de tal argucia
Pues la persona en quien más confiaba era quien ahora su sempiterna muerte propiciaba
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Si hubiese la oportunidad de enmendar cada descuido, cada llanto vilmente ignorado
En solitaria agonía se resquebrajaban las capas de un amor pútrido y sin sentido
Y pensar que, en algún tiempo, hace tanto ya, ella le había dicho con ternura «te amo»
Él, naturalmente humano, lo había creído; más aún, había contestado lo mismo
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Las lágrimas parecían llevarse las memorias cuya contemplación lo envenenaba
Y aquel veneno no solo destruía el presente, sino las esperanzas de un futuro hermoso
Sí, de un paraíso sublime confeccionado a la medida de dos supuestos amantes eternos
De dos pequeños tontos en cuyas manos murió lo único que alguna vez tuvo sentido
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No existirá consuelo que sirva para remediar el dolor que atormenta bajo la lluvia
La serpiente muda de piel, y los matices antes sagrados solo traen dolores atroces
¿Qué será de todos los poemas, los fragmentos y los besos que sabían tan ciertos?
¿Por qué el tiempo, o acaso el destino, había hecho que colapsara así su universo?
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Era el momento preciso, pero la situación equivocada; una nueva herida rasgaba su alma
¿Cómo soportar un terremoto que fulmina en un segundo lo construido con tanto esmero?
Sin duda, será por siempre el golpe más mortífero y cruento que alguien le haya infligido
Pero ¿por qué ella? ¿Por qué el amor de su vida es quien ha ocasionado su poético suicidio?
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Pues, a partir de entonces, el poeta melancólico fue solo un muerto que rondaba sin razón
Sus sentimientos estaban más que destrozados, sus ojos tristes ya ni siquiera se abrían
Lágrimas sombrías inundaban su interior, estaba vacío y con necesidad de compasión
Fue así como halló en los brazos de la depresión un temporal oasis en su infernal desierto
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Podrán pasar las eras que sean, podrán terminar y comenzar de nuevo mil humanidades
Pero aquellas imágenes jamás se borrarán de su afligida y desfragmentada consciencia
¡Qué bonito fue haber amado y entregado toda su existencia y su alma al ser equivocado!
Pues, cuando levantó sus ojos, miró lo imposible: ella a otro sus labios había obsequiado
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Divagando en el Sinsentido