Luces tan bien, tan magnificente como siempre lo has sido, tan sublime
Cambias mientras yo permanezco inmutable ante el escrutador torbellino
Alborozo pleno causaste cuando te miré venir de tan lejos, de la locura
Moviéndote al compás de la infernal perfección, sonriendo sin parangón
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Pensé que había enloquecido cuando me hundí en tu inconquistable mirada
Apabullaste cualquier poesía garabateada en aquella libreta malgastada
Dilapidaste mi enfermedad, elevaste por un momento esta mediocre alma
Tal es tu poder, la vibración sagrada tan distante de esta humana repugnancia
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Sentí un palpitante escozor recorriendo mi interior, alentándome a volver
Experimenté el asueto espiritual de quien sangra sin protestar en el ayer
Eligiéndome, tu energía se acercaba mientras yo temblaba de satisfacción
Hundiéndome en esta deplorable miseria mientras inspecciono tu calor
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¿Dónde podría hallarse tal quietud y espiritualidad tan álgida e inmaculada?
Solo en tu boca exquisita perdería toda mi alma y la abandonaría en la nada
Solo mediante tu mística sonrisa sentiría mi cabeza proyectada hacia la vía láctea
¿Dónde podría estar si no es contemplándote y adorando tu cara bella y sagrada?
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Eres la poesía encarnada de mis sueños y anhelos menos mundanos
La esencia magnificente a la cual consagraría cada verso sin excepción
En soledad te abrazaría, en la realidad me embotaría tu contemplación
¿Sería posible atraparte en un poema y preservarte hasta que muera el sol?
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La canción que tu boca me enseñó jamás ha abandonado esta silueta magullada
La saeta sigue su curso sin que permanezcas a mi lado, sin tu aroma
La magia con que me abstraes supera cualquier hipocresía o falacia
Quiero abarcarte, hacerte partícipe de esta pasional inquietud mal disimulada
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Mirarte venir, tan única e iluminada, ha desaparecido las cicatrices
Tenerte unos momentos es eternidad, pues sé que contigo no uso máscaras
Mirarte partir, tan distinta e impredecible, ha trazado las directrices
Y es que, aun en el más figurativo vacío, serías tú la salvación de mi alma
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Para: ella, mi eterno e imposible amor…
Libro: Palpitación Onírica
