Es extraño que los humanos peleen por imponer una religión o una creencia cualquiera, y más brutal resulta el número de guerras que surgen entre manos siniestras que manipulan a las masas para simular cierto espectro de creencias o credos que mantengan el nuevo orden de esclavitud.
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Tan complejo parece ser elegir ante qué ser imaginario arrodillarse y no lo entiendo, puesto que todos se han sometido tan ominosamente ante el falso dios, mismo que ha demostrado ser más efectivo para imponer un aciago reino en este camposanto patético. Y ¿cuál será este falso dios? El único que alguna vez ha podido hacer creer a los muertos que estaban vivos, aquel por el que todo esto carece de sentido, ese con el poder de arruinar cualquier destino: el holograma da la pseudorealidad.
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No siempre se cumple lo que uno quiere, esa es una máxima en la vida. Por ejemplo: yo no quería existir y, sin embargo, quiero convencerme de que eso hago.
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Es emocionante que los humanos se alegren por haber finalizado sus estudios, pues con ello se completa el moldeamiento al que han sido sometidos desde años atrás sin que lo sospechen. Además, así inicia la auténtica esclavitud de la cual la escuela era solo una probada: el trabajo.
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Ahora viene el paso fundamental para que este mundo continúe su feliz camino hacia la putrefacción y la miseria: el individuo debe trabajar para satisfacer los vicios inculcados en su psique y creer que es feliz en su adoctrinamiento, luego casarse, contaminar con las mismas patrañas a sus nauseabundos hijos, perseguir materialismo y dinero, fornicar como un cerdo, mirar televisión, ser cada vez más corrompido por la pseudorealidad… Y así, repetir esto mismo y de mejor manera, hasta la muerte.
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Cada vez es más claro para mí que nada de este mundo tiene sentido, pero es normal que las personas no lo perciban; es, incluso, ideal. De otro modo, todas las mentiras que nos han metido tan majestuosamente en la cabeza desde el execrable nacimiento caerían por el enorme sinsentido que simbolizan y, con ello, todo este sistema de porquería y falacias misteriosas se derrumbaría. Tal utopía es, empero, la única forma de libertad que yo concebiría.
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Encanto Suicida
