Lo realmente preocupante es saber que las personas que gobiernan este mundo detestable son las más repugnantes y miserables que se puedan concebir, aún más de lo que el ser humano promedio ya lo se.
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Posiblemente, la muerte sea tan solo la manera en que la existencia se disculpa por haber conferido vida en donde no había ninguna razón para ello; mucho menos en criaturas tan execrables como nosotros.
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En realidad, si lo pensamos detenidamente, más allá de las mentiras que tanto nos empeñamos en convertir en verdades, no tenemos nada por hacer, nada por experimentar, nada por desear, nada por ver, nada por escuchar, nada por sentir, nada por dar, nada por recibir y, definitivamente, nada por qué vivir ni nada por qué morir.
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El absurdo en el que suspende nuestra patética existencia es tan abismal y caótico que, si pudiéramos llegar a vislumbrarlo por completo, aunque fuese por muy poco tiempo, nos veríamos de inmediato arrastrados por su infinitud y enloquecidos por su vacuidad.
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El budismo supuestamente enseña a ya no desear nada para mitigar el sufrimiento y hace de esto la iluminación final de la existencia. Me pregunto si tal estado no sería comparable a una especie de suicidio espiritual, pues, sin deseos, ¿qué caso tendría hacer algo? Quizás, al fin y al cabo, el budismo es solo un sinónimo de nihilismo, pero desde una perspectiva más adornada.
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Desasosiego Existencial
