Nadie podía ayudarme en realidad, puesto que nadie sabía mi verdadero malestar; quizá ni siquiera yo mismo podía ya entender qué me pasaba. Lo cierto era que ya no podía permanecer por más tiempo en este mundo execrable y que mi muerte debía acontecer muy pronto; quizás incluso esta misma noche…
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Decían que uno no debía aferrarse a lo que le hacía daño, pero entonces ¿por qué tantas personas se aferraban tan absurdamente a una vida que era totalmente indiferente a ellos y que, en ocasiones, más de lo normal, parecía incluso estar en su contra?
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La existencia es una tontería, eso está ya claro. Pero más tontos somos nosotros por saberlo y decidir no matarnos cada mañana. Quizá la muerte ni siquiera sea algo bueno, pero no tenemos otra opción; la vida nunca ha sido una opción y jamás lo será.
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¡Cuán contradictoria es la naturaleza del ser que actúa siempre guiado por sus emociones y sin reflexionar el por qué o para qué de las cosas! Si esto último fuera en verdad real; es decir, su fuésemos criaturas verdaderamente racionales como tanto nos han hecho creer, ¿no intentaríamos de inmediato, por cualquier medio posible, atentar en contra de nosotros mismos en un patético arranque por destruir aquello que jamás ha tenido ni tendrá razón de ser?
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Este mundo es algo siniestramente horrible, algo que no debería estar permitido en la existencia universal. Y los seres que lo habitan, esos infames monos parlantes con absurdos delirios de grandeza… ¡Oh, dios mío! ¿Quién o qué en su sano juicio podría haber concebido algo tan repugnante e irrelevante? ¿Qué clase de blasfema concepción tuvo que haber ocurrido para que de ella surgiera la miserable especie que domina temporalmente este pobre planeta? Me temo que, sin importar cuántas vueltas le dé, siempre llegaré a lo mismo: no somos sino un tragicómico error con meros fines de entretenimiento cósmico.
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Somos un accidente y ni siquiera uno que valga la pena corregirse, pues en verdad no hay manera de arreglar la blasfemia que somos y seremos hasta nuestra absurda muerte.
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El réquiem del vacío
