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La Agonía de Ser 46

El único esfuerzo que vale la pena llevar a cabo es el que implica todo lo concerniente con el suicidio, pues cualquier otro será, de un modo u otro, vano y ridículo. Tan solo se vive para morir, ¿por qué no, así pues, enfocar todos nuestros esfuerzos en ello? ¿Por qué no ser para la muerte dado que todo cuanto es para la vida nos atormenta, asquea y desconsuela inconmensurablemente?

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Esforzarse en esta vida tan efímera y absurda no sirve de nada. Cualquier cosa por la que nos esforcemos terminará por esfumarse demasiado pronto y cualquier meta que persigamos no nos satisfará una vez cumplida. Es decir, nuestro esfuerzo siempre implicará mucho más de lo que nuestra recompensa nos podrá conferir. ¿Para qué luchar entonces? ¿Para qué mentirnos todo el tiempo pretendiendo que todo va a estar bien? ¿Acaso no somos los maestros del autoengaño y del chantaje? ¿Acaso no estamos siempre cobijándonos con nuestras propias quimeras o con las de otros? ¿Cuándo habrá un poco de verdad, de sinceridad y de coherencia en nuestro actuar? ¿Cuándo reconoceremos al fin que la muerte es la única libertad posible?

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Hoy me di cuenta, aunque acaso ya lo sabía, de lo mucho que odio ser yo. Y lo malo del asunto es que ser yo es de por vida, así que tan solo me queda un último recurso por explotar: la navaja rasgando sublimemente mis venas, extirpándome para siempre de esta odiosa humanidad y de la horripilante tragicomedia existencial que no podría estar más contento de abandonar.

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Odiarse a uno mismo, odiar a la humanidad, odiar a la existencia, odiar al universo, odiar a la muerte, odiar todo sin distinción alguna… Tal es la única motivación de aquellos que, como yo, existimos por mera obligación. La enfermedad crece incontrolablemente en nuestro interior y pudre cada parte que conservaba una efímera esperanza. Entonces llega un día en que nos percatamos de lo consumidos que estamos por dentro y por fuera, de lo terriblemente cansados que nos sentimos como para vivir un día más… Entonces llega así a su final nuestra agonía, sea mediante la soga, la navaja o el revólver… ¿Qué más da el método cuando el resultado será el mismo: desaparecer?

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La existencia es tan irrelevante y caótica que experimentarla en todo su esplendor no vale para nada la pena y tal vez ni siquiera suicidarse signifique algo. Acaso solo se deba vivir estúpidamente y morir de igual forma, pero sin saber plenamente por qué o para qué; tan solo siendo inútiles víctimas del tiempo y crueles verdugos de nuestros propios sueños.

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La Agonía de Ser


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