Quizá sea mejor morir solo, porque morir acompañado sería demasiado común en este mundo tan ahíto de dudosas costumbres. Además, si no es en compañía de nuestra amada soledad, mejor entonces no morirnos. No quiero que una caterva de molestas personas que tanto detesto arruine mi muerte, tal y como ha arruinado ya mi vida.
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Te amé más allá de una palabra o una expresión. Te amé más allá del odio o del amor; más allá de bueno y lo malo. Te amé más allá de este contaminado mundo que terminó por carcomer nuestros sueños y destruir lo más inmaculado. No obstante, quedará el melancólico recuerdo para siempre grabado en mi memoria de aquellos días donde tu mirada lo era todo para mí.
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El amor debería de estar prohibido para seres tan mundanos como nosotros, pues no sabemos lidiar con él. Somos muy débiles todavía, y tal vez siempre lo seremos, como para experimentar algo tan bello y destructivo a la vez. Nuestra esencia es la miseria, pues tan solo en ella nos sentimos cómodos; no fuimos hechos para manejar emociones puras ni sentimientos sublimes.
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Después de todo, lo que rápida e intensamente llega, así igualmente se va. Desearía que todo hubiera sido diferente y que esta relación hubiera sido más calmada y armoniosa. Sin embargo, quizá, si hubiera sido de esa forma, no hubiese representado todo lo que creíamos duradero. Probablemente, si no te hubiera amado de manera tan apasionada y violenta, hubiera preferido no haberte amado jamás.
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Ahora las grisáceas nubes han tapado el efímero resplandor que alimentaba nuestro delirante amor, pero sé que ni mil tormentas podrán borrar tu recuerdo en lo más profundo de mi corazón, pues sé que te amé con la fuerza del más caótico huracán.
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Amor Delirante