Me fastidiaba la existencia, deseaba desterrarme de su dominio de inmediato
Que, al concluir el ocaso, un fulgurante destello trajera hacia mí el suicidio
Pues todos los colores no eran sino representaciones de lo que no podía tener
Y todas las melodías me acercaban a la imperturbable paz que la muerte podría ser
.
Maldecía el hecho de existir y aborrecía el ser parte de un infierno monumental
En sempiternas agonías se agitaba mi interior cuando soportaba esta banalidad
Acaecían lluvias inmorales de desprecio cuando sus charlas vacías llegaban
Deseos de cegarme era todo lo que buscaba cuando su miseria me sofocaba
.
Confesé que nunca quería volver a este lugar, que ya no quería la existencia humana
Mejor sería, mil veces, la nada; me atravesaría la garganta con esta preciosa daga
Atormentado era por la irrelevancia con que los monos se reproducían y se deleitaban
Sus actividades y sus metas reforzaban la verdad inevitable: eran seres despreciables
.
Mendigos de espíritu y amasadores de materialismo, esclavos de sexo, poder y dinero
Los humanos no pueden vivir en paz, puesto que el conflicto es todo su momento
Maldita raza de ideales absurdos cuya pestilencia ha contaminado la pureza del alma
Quisiera, con un suspiro, librarme de su irrelevante presencia y de su atroz decadencia
.
La existencia entonces era una superchería, una insinuación de lo que no debía hacerse
En todo caso, una travesía cuyo destino era la intrascendencia, la tragedia y el hartazgo
Pero los monos parecían adorarla, encontraban en ella el aliciente para su trivialidad
Se caracterizaba la vida por su escasez de libertad y la impertinencia del imposible letargo
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No esperaba nada, tan solo el día en que me emancipara de tan brutal y enfermizo castigo
Escanciando por doquier la saliva, intentaba todavía despertar a algún inmaculado insano
No obstante, nadie escuchaba; a nadie le interesaba desprenderse de toda su inmundicia
Y, cuando me fue prohibido contactar al óbito, lloré hasta ahogarme en mi propia esencia
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Palpitación Onírica