Realmente no entendía por qué tenía que existir; es decir, ¿qué sentido tenía vivir lo mismo todos los días? ¿Por qué todo parecía tan irrelevante, patético, absurdo, humano y miserable? Toda la existencia no era sino un cúmulo de desgracias y contradicciones que enfermaban la mente hasta la insania más extrema.
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Ahora ya solo espero una cosa de esta vida: escapar de ella y reír eternamente con la muerte.
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Quizás exista un propósito que no puedo vislumbrar para estar aquí… En fin, ¿a quién quiero engañar? ¡Estoy al límite de todo, a punto de matarme para saborear finalmente un poco de auténtica libertad!
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Despertar nuevamente se sentía como estar en una prisión de la cual no era nada fácil escapar y, acaso, ni siquiera existía tal posibilidad.
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Así es el humano: un ser sin el más mínimo ápice de espiritualidad, ruin, mentiroso, egoísta, infiel, materialista, consumista, adicto al sexo y al dinero. ¿Qué otra definición se podría dar que resumiera tan bien a tan repelente y absurda criatura?
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Todos mienten, esa es la realidad. Lo conveniente, quizás, es buscar a alguien cuyas mentiras podamos medianamente tolerar.
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Catarsis de Destrucción
