,

Claridad impersonal

El otro yo no espera sino la defunción del que ahora impera en las penumbras

Fantasías adornadas con locura y una ansiedad malsana gimiendo, lacerando el reflejo

En mis sombríos adentros, donde todo es turbulento, ocurrió su bestial nacimiento

No sé qué tanto del yo que conozco hay en él, pero me atormenta hasta el amanecer

.

Las creaciones mentales se vincularon con la chispa sublime del espíritu encarnado

Así es como ha chupado el lado desconocido de mí la faceta menos adecuada

Riendo hasta la alucinación, siempre coqueteando con el suicida del exterior

Ya no reconozco más mi propio vehículo, he sido despojado del último vínculo

.

Me gustaba contemplar el arrebol y recostarme en el monte del dilema perdido

Sin libros ni melodías, solo siendo yo por unos intrascendentes parpadeos del todo

Sentir que aún podía mantener el dominio, atrofiar el crecimiento del demonio

Pero solo se ocultaba en el erial más allá del pensamiento y el conspicuo amorío

.

Nada ganaría fingiendo la inmutabilidad de alguien que no toleraría ser ni conocer

Conmovedores los ríos en cuyas aguas pude enfriar el calor que me sofocó ayer

Ensueños de un poeta hambriento de verdad y con los ojos cegados por la realidad

Tristes versos centellean en la oscuridad buscando donde pueda el cadáver reposar

.

Los cuadros de ese azul magnífico se desgastaron en el apocalipsis del cambio

Las líneas dobles y las plantas crucificaron a un inocente, trajeron desgracia a mi corazón

¿Qué método debe seguir un alienado cuando intenta recuperar lo que se ha esfumado?

¿Cómo retomar el control de la mente que el otro yo arrebató, que tanto me exprimió?

.

Conozco perfectamente las retorcidas garras del otro yo, del que no existe fuera de mí

Quisiera conversar con la silueta que me rechaza y susurra ahogarme en el manantial

Sé que necesito extraer de sus entrañas la clave para restaurar mi mente y evitar su poderío

Aunque no sé si quiero, si debo alterar la percepción en cuyo resplandor diviso el final

.

Los cristales en la sangre eran más soportables, los usé varias veces para destrozarme

Encerrado entre el hielo y los diamantes negros en cuyos reflejos no reconocía a un pecador

Las cenizas de la felicidad recorrían mis venas, pero yo me abstraía de mi humanidad

Tanto tiempo el fuego del desconocimiento pulverizó mi ser, que ya no sé quién soy yo

***

Divagando en el Sinsentido


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