La desesperación que causa esta existencia confusa e inadmisible no tiene parangón, pues, una vez que llega, se incrusta en lo más profundo de nuestro ser y solo puede ser contrarrestada mediante el suicidio.
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Al final, la única certeza que tenemos es que algún día ya no existirá un mañana. Y esa certeza y no otra cosa es la misma que, de cierto modo, nos hace soportar el hoy.
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Lo único que te pido es que me abraces un poco más, porque esta existencia duele demasiado y es un dolor imposible de curar sin importar el medicamento ni la dosis.
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Quizá lo menos ilógico que podemos hacer en medio de este océano de insustancialidad extrema que es la existencia es centrarnos en nosotros mismos y mandar al diablo a todos aquellos que pretenden decirnos qué hacer con nuestras vidas.
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Una de las mayores mentiras que constantemente solemos creer de manera ridícula es que todos somos importantes. ¡Para nada! ¡Nadie es importante! ¡Nada lo es! ¿Cómo podría ser importante una criatura tan nefanda e intrascendente como nosotros? ¿Cómo podría un error del caos más absurdo ser importante?
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El ser humano vive bajo la premisa de merecer muchas cosas; es más, de merecerlo todo. Y es precisamente esta forma de pensamiento tan nauseabunda la que lo conmina a un sufrimiento y una agonía sin precedentes.
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Desasosiego Existencial
