La pseudorealidad (holograma que sostiene la realidad material) era demasiado poderosa como para intentar darle la contra, pues siempre tenía la manera de someternos a su dominio sin importar cuán avezados o espirituales nos creyéramos. Y todo lo que hagamos, sin importar el origen ni el destino, está condenado a formar parte de esta miseria existencial y a incrementar el poder de la gran matrix donde estamos presos.
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Nunca se termina la agonía, la nauseabunda agonía de existir en esta pestilente realidad humana. Y lo que más me aterra es pensar que ni siquiera con la muerte se pueda poner punto final a esta desdicha universal que me desgarra las entrañas día con día.
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Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año… ¡Siempre lo mismo, maldita sea! ¡Existir, existir y volver a existir sin ningún maldito sentido! ¡Por santo cielo, que se acaben ya la humanidad, la vida y el mundo!
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Decían que la navidad y el año nuevo eran fechas que debían pasarse con personas especiales para nosotros… Y justo ahora entiendo porque siempre las he pasado solo.
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El arte, la música, la filosofía, la literatura e incluso la poesía ya no significaban nada para mí, pues me hallaba en un estado de desesperación existencial y hartazgo extremo que ya no toleraba nada y lo único que deseaba con toda mi alma era ya no tener una.
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Desasosiego Existencial
