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Desasosiego Existencial 61

No quiero hablar de amor, sino de desamor; creo que esto último duele inclusive un poco menos y es, al menos, algo más sincero. En el atroz entendimiento del ser, ¿qué es el amor sino el carnal acto mediante el cual se produce un esclavo más? Y luego a esto se le adjudica un sentido inicuo que parece cautivar a millones de idiotas al punto de incluso depositar en ello la razón de sus vidas. ¡Qué patraña! ¿Cómo ha podido la humanidad creer en estas y otras tantas tonterías más hasta ahora? ¡No cabe duda de que somos meros animales guiados por nuestro miedo, presunción e impulsos! Somos lo opuesto a todo aquello que se esperaba, supongo, de nosotros: somos la mancha que lo contamina todo y que se opone fervientemente a cualquier concepción de lo divino. Mejor que seamos exterminados de una vez, antes de que sea demasiado tarde… ¡O quizá ya lo es!

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No somos importantes, al menos no como creemos. Somos importantes tan solo en la medida en que contribuimos a alimentar la pseudorealidad mediante el consumismo, la reproducción, el egoísmo y demás conductas deseables por aquellos que gobiernan desde las sombras. En el momento en que comenzamos a abandonar estas conductas, también se presenta en nuestras mentes la inherente necesidad de abandonar este mundo, y ¡cómo no! Si entonces vislumbramos por vez primera el cúmulo de espejismos y engaños a los que hemos rendido tan blasfemo culto hasta ahora… Entonces todo cuanto hemos vivido nos produce náuseas y nos enferma como una peste; asimismo, se impregna en nuestros corazones la idea del suicidio como la única salvación posible. Y día con día no hacemos otra cosa sino desear nunca haber nacido y suplicar porque, ¡ahora sí!, el mañana traiga consigo la destrucción del mundo; o, cuando menos, la nuestra.

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Me odiaba y me amaba al mismo tiempo, pero lo que ciertamente no podía soportar era la idea de ser humano, pues eso rompía con cualquier posible bienestar y me impedía ser yo mismo. Durante el trayecto de mi trivial existencia, ¿acaso alguna vez supe por qué era yo así o quién era yo en realidad? Simplemente un día aparecí aquí, tuve consciencia de estar aquí; y he ahí que todos mis problemas comenzaron y se dispararon miles de balas que diariamente penetraban en mi alma marchita. ¿Qué importaba, en todo caso, amarse u odiarse, amar u odiar a los otros, amar u odiar a la vida? ¿Qué importaba si nada de eso cambiaba mi imperante y desquiciante miseria interna? ¿De qué me servían el amor, el odio o cualquier otra humana emoción si lo que yo añoraba era estar muerto?

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Me perdí en mis delirantes pensamientos, me fui demasiado lejos y divagué más de lo que debería. Así es como me encontré hundido en la psicopatía, la ansiedad y la depresión que, posteriormente, se transformaron en la desesperación de existir y en el hartazgo existencial extremo. Finalmente, no tuve otra opción: me tuve que matar por mi propio bienestar. Y es que comprendí que, mientras estuviera vivo, todo sería un autoengaño tras otro; todo serían perspectivas erróneas y fútiles esfuerzos por conseguir un bienestar que nunca sería permanente. ¿Cómo podría hallarse bienestar alguno en un mundo como este donde a cada momento debemos preocuparnos por todo? Nunca habrá paz, no mientras no renunciemos para siempre a la idea de ser libres. La libertad, la felicidad y la verdad… ¡La santísima trinidad de lo ilusorio!

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La aflicción que me provoca saber que aún estoy vivo no tiene comparación alguna, pues es tan punzante que penetra en todo mi ser y me priva de cualquier posible satisfacción. Entonces lo único que hago es sufrir, sufrir espiritualmente ante la eterna devastación con la única esperanza de no volver a ser yo. No sé si al fin moriré esta noche o si tendré que soportar todavía muchas noches más presa de esta psicosis suicida y anómala que me desfragmenta desde el interior. Quizá soy demasiado necio al no arrojarme abiertamente a los excesos de la locura o a los placeres de la irrelevancia, mas no puedo ni debo ya torturarme de este modo: lo que necesito es escapar, aunque no sepa hacia donde ni cómo… ¡Escapar de mí mismo, de la horrible realidad y de la infernalmente caótica existencia!

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Pensaba que había abandonado la idea de suicidarme, pero me equivoqué. Sí, la cobardía me lo impidió por mucho tiempo y la vida siempre intentó atraparme con mayor vigor. Pero hoy sé que no podría existir otro destino para mí que no sea el de cortarme las venas antes de que salga el sol. Si no lo hago, será incluso peor; será otro día más que deberé fingir que me interesa la realidad, la humanidad y mi propia existencia. ¡Qué hastiado estoy de mentir todo el tiempo, especialmente a mí mismo! Siempre obligándome a realizar todo tipo de absurdas actividades, de entablar ridículas conversaciones con personas que únicamente me producen náuseas; pero, sobre todo, de llorar amargamente y alucinar cada noche cuando soy de pronto plenamente consciente de que mi muerte no acontecerá en tales instantes. ¡Cómo me irrita terminar siempre arrojando muy lejos la navaja o la soga! En su lugar, ¿qué tengo? ¿Qué tengo además de una botella de vodka y un poemario suicida tan malgastado cuyos versos ya no me consuelan lo más mínimo?

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Desasosiego Existencial


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