Creemos que somos muy racionales sin sospechar que nuestra existencia es tan solo una ínfima parte de un gran conglomerado de ridículas contradicciones orquestadas por la pseudorealidad/matrix.
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¡Qué repugnancia siento cuando recuerdo esos primeros años donde comencé a ser consciente de la realidad! Recordar el blasfemo adoctrinamiento al que fui sometido por mis padres, los profesores y cualquier imbécil que buscaba imponer sus absurdas creencias en mi ya de por sí endeble humanidad. ¡Quisiera simplemente vomitarlo todo y borrar mi existencia para siempre! ¡Quisiera jamás haber existido en esta horrible dimensión!
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Pasa que para los suicidas melancólicos como nosotros ya la vida no tiene ningún sentido y cada momento, persona o lugar no significan nada. Lo único que nos queda entonces es buscar la manera más rápida y óptima de poner fin a nuestra infinita miseria.
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¡Qué punzante agonía implica cada nuevo día! Ahora entiendo porque no se nos da a elegir, pues ¿quién en su sano juicio elegiría esta prisión carnal en este execrable y estúpido mundo?
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En este punto, ya no me queda ninguna duda de que esta existencia es solamente una cárcel. Pues, si no lo fuera así, ¿por qué siento entonces tal obligación de existir? ¿Por qué existo si no lo deseo? Es evidente entonces que no tuve elección y que venir a este mundo es solo el peor de todos los castigos.
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No entendía por qué las personas creían que me interesaban sus miserables vidas cuando lo único que deseaba era que me dejaran en paz. Me molestaba que me hablaran, que me preguntaran cosas, que me miraran y que me buscaran. ¡Con un demonio! ¿Acaso era tan difícil comprender que los odiaba a todos y que quería matarlos de la manera más cruel y sanguinaria posible?
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Desasosiego Existencial